Segunda edición para uno de los grandes eventos de la saga UTMB. Después de un inicio accidentado a causa de la pandemia y de pagar las incidencias logísticas de un estreno de estas dimensiones, la segunda edición ha visto más de 3.000 corredores que han optado mayoritariamente esta vez por las pruebas más “cortas”.
«LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO»
ARAN By UTMB ha vuelto este año después de dar un repaso a su programa, cambiando de fecha la PDA, y también a los recorridos, en general para suavizarlos, como en la VDA, en la que se acortó el tramo del Circ de Colomers que, estando más allá del kilómetro 120, resultaba excesivamente duro para la gran mayoría de corredores que afrontaban las 100 millas y resultaba un tanto expuesto para posibles (y probables) evacuaciones tal como estaba diseñado originalmente. Un recorrido que si conservó la CDH – de 105 kilómetros – que siguió aventurando sus 865 participantes hasta lo más profundo de la zona en el Estany de Podo.
Así mismo, hacer bajar la carrera hasta Artíes es una decisión encaminada a pasar por un lugar seguro y fácil de evacuar en el sector final de las carreras, donde los corredores llegan más “tocados”.
¿Quiere esto decir que la carrera es más fácil? Pregunten al 39 por ciento de corredores que quedaron en el camino: el territorio aranés, y sobre todo cuando hablamos de estas dimensiones, no puede ser fácil. Por definición. Las carreras de ARAN by UTMB, curiosamente, son más duras que las carreras de Chamonix a las que dan acceso desde su estatus de evento “Major” del circuito “By UTMB”.
LA VDA, la carrera más larga, ofreció una prueba con un desarrollo extraño en el que no hubo un grupo destacado de cabeza, si no un solo corredor, Germain Grangier, que dominó sin discusión la carrera entrando en meta una hora antes de su inmediato seguidor. Pero ese extraño desarrollo no vino marcado por la autoridad del primero, si no por la diferencia horaria entre la mayor parte de los corredores de cabeza que marcaron diferencias en carrera de hasta 45 minutos: muchos de ellos afrontaron la mayor parte del recorrido totalmente en solitario, sin ver a nadie más desde el primer cuarto de carrera. Los diez primeros tardaron ¡cuatro horas! En entrar en meta. Algo poco frecuente en una prueba de trail y más si hablamos de estas dimensiones, que propician la agrupación de corredores por ritmos para hacer más llevadero el esfuerzo.
En el caso de las mujeres no fue diferente esta vez: Amandine Ginouvés entró en meta ¡8 horas por delante de su seguidora! Hay que decir que esto sólo se dio en las 100 millas: el resto de carreras entraron en una dinámica más normal.
Más allá de la dureza del recorrido y de posibles anécdotas individuales, los que consiguieron acabar lo hicieron en general satisfechos y impresionados por un recorrido que tiene – y no es hablar por hablar – pasajes espectaculares y en el que nadie, en ninguna de las distancias, regala nada: la motivación de una posible plaza asegurada en la categoría equivalente del UTMB en Chamonix ¡Se paga muy cara en esfuerzo!
Un fin de semana de tiempo radiante, muy cálido en las horas centrales del día a pleno sol (+-30º) pero también muy frío en las zonas altas durante la noche (0º), todas las carreras disfrutaron del territorio aranés sin incidencias remarcables desde el jueves en que se celebró la PDA, la carrera que desplazada en el calendario y que cubrió los 55 kilómetros del recorrido de las 100 millas que van desde Salardú hasta Vielha.
Pero la gran Espada de Damocles que colgaba sobre la organización tiene relación con los problemas gástricos ocurridos a muchos corredores en la pasada edición y que planteaban un gran desafío dado que no llegó a quedar claro cuál era el origen exacto del problema entre dos o tres escenarios posibles. En cualquier caso, esta vez la organización se curó en salud y centralizó la toma de agua en Vielha para llenar los depósitos – esta vez certificados sanitariamente – que suministró una empresa especializada –la misma del año pasado – en la provisión de agua para grandes eventos, y que luego se distribuyeron a los avituallamientos pertinentes. Y en los que no podía haber depósitos, pues agua embotellada. Sea cual fuera el origen del problema parece, de momento, que se ha ido en la dirección correcta.
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