Crónica del UT Les Fonts, una prueba con mucho recorrido
Un año más la serpiente multicolor volvió a recorrer calles, caminos y senderos de las cinco poblaciones del nordeste del macizo montañoso de Els Ports (Catalunya) que organizan este prestigioso evento deportivo: Xerta, Aldover, Paüls, Prat de Comte y Alfara de Carles. Se trata de una Ultra Trail joven –la disputa de la IV edición es todavía reciente¬- pero en continua expansión y con gran proyección a nivel nacional e internacional. Valgan como ejemplo la presencia del vitoriano Óscar Pérez de Nanclares (3r clasificado de la UT), del navarro Iñigo Esparza Huarte (5º) o del corredor polaco Jacek Gardener, que ganó dos dorsales para participar en la Apuko Extrem. Entre otros muchos atractivos, los atletas foráneos valoran también los 3 puntos que se otorgan a los finisher para calificarse en la mítica UTMB.
Parece ya muy lejana la primera edición de la Cursa de les Fonts (13 de abril de 2008), ideada por Karim Chouaib y hecha realidad por un grupo de voluntarios. Tenía el formato de prueba única y fue una de las pioneras en aquel primer Circuit de Curses de Muntanya de les Terres de l’Ebre, que actualmente consta de 20 carreras. Desde entonces no ha dejado de evolucionar hasta llegar al formato definitivo, que combina cinco distancias diferentes: desde los 13’7 Km de la marcha y la prueba júnior, que comparten recorrido, hasta los 120 Km de la Ultra Trail completa, pasando por la Nocturneta de 23, la Trail de 70 Km y terminando con la Cursa del tercer y último día, que consta de 27.
Tanto la salida como la meta de las seis pruebas atléticas están situadas en la zona polideportiva de Xerta, que dispone de todos los servicios necesarios, y transcurren por diferentes espacios del Parc Natural dels Ports, de muy variados paisajes de singular belleza, algunos casi vírgenes, dignos de convertirse en poema. Con la intención de hacerlos verbo, nombre y adjetivo, llegada la noche, en mi antiguo bloc escribo:
“Como las aguas de las fuentes –que acertadamente dan nombre a la UT- cristalinas, calladas y serenas, unas; susurrantes e inquietas, las otras… así son los ecos que me devuelven, no sólo al oído sino a cada uno de los sentidos, melodías acuosas que tejen partituras relajantes en la acequia, en los caños de Sant Roc o en la noria, de arcaduces que regalan, constantes e incansables, siguiendo la rueda de un tiempo pretérito; aromas de azahar, entre naranjos, de romero o de cerezo en flor, en las laderas de los montes sombríos de Paüls; sabores de hierbabuena, de fruta madurada en el árbol, de miel y de membrillo; imágenes chispeantes, como flashes, que parecen de postal, que me han sorprendido en el rincón más inesperado de la senda, del camino, y que han quedado grabadas definitivamente en mi retina: la salida del sol por el Coll de l’Alba, las vistas, desde la cima de la Espina, de la inmensa llanura deltaica y el mar, los verdes valles, los bosquecillos de pinos y de encinas, los muros de piedra seca de la Font Nova, el lago natural del Montsagre, como un espejo, o el abismo vertiginoso del Tossal d’Engrilló… ¿Quién dijo que no hay paraíso?”
Eso escribí anoche y dejé en el olvido tanto sufrimiento, cansancio, sueño, sudor y frío. Ahogué lo que me ahogaba y guardé en el bolsillo, como un tesoro, el compañerismo entre los corredores, el calor de la gente y los aplausos; las charlas, las nuevas amistades y los viejos conocidos; la solidaridad, la entrega y el voluntariado.
Todo eso he vivido, al ritmo lento que marcan los pasos del corredor cuando la pendiente se inclina hacia arriba, como en la dura subida a la Coscollosa; otras veces al ritmo endiablado de un descenso por un terraplén rocoso, sin freno… Todo eso he vivido y he compartido en el combate diario del sendero y en el sosiego de la noche.