20-04-2024

¡CUIDADO CON EL PERRO!

Dicen que el perro es el mejor amigo del ser humano. Lo que no especifica el dicho es que no necesariamente es amigo de todos los seres humanos. No por maldad – que no es un concepto animal – si no porque, habitualmente, su reacción ante lo desconocido – que provoca miedo – es la defensa.

PERRO LADRADOR…

Vamos corriendo tranquilamente por un camino, a nuestro ritmo, disfrutando del entorno y de ese momento en que nuestro cuerpo funciona bien. Nos acercamos a una casa aislada o nos cruzamos con alguien que pasea con un perro suelto y, de repente, la fiesta se acabó: ladrando, a toda carrera hacia nosotros viene un perro con aspecto de no ser el mejor amigo del ser humano. Al menos amigo nuestro.

Todos hemos pasado por eso y cada uno lo lleva a su manera: ante un perro unos se sienten más intimidados que otros. Aunque también hay que decir que todo depende del perro. Ante esta situación, cada uno reacciona más como puede que como quiere, pero lo que es común para todos es que nadie pasa un buen rato. La magia del momento se ha roto.

Tal vez sea interesante saber que el hecho de que el perro salga de su finca por una puerta abierta es denunciable, y que un perro de paseo debe siempre ir sujeto con una correa. Pero eso no nos sirve de nada en el fragor de la batalla.

En cualquier caso, lo primero será entender porqué el perro hace lo que hace, para entender porqué nosotros tenemos que reaccionar de una cierta forma.

Hemos hablado con Esther Cairat, educadora de perros en el Centre Caní Vincles, para saber qué le pasa por la cabeza al perro y qué nos debería pasar por la cabeza a nosotros.

Lo primero es que el perro, sea el que sea, reacciona porque se siente amenazado, una forma como otra de decir que tiene miedo. Lo segundo es que el perro, por definición, es un animal cuya tendencia es evitar los problemas, es decir, si la amenaza persiste el perro procederá, pero si la amenaza desaparece, el perro desistirá y seguirá con lo suyo, siempre y cuando ese perro no esté adiestrado de una cierta manera y entonces, más que nunca, no debería andar suelto. El instinto del perro no es morder porque si.

La reacción viene dada porque entramos en un área en la que el animal se siente amenazado y sobreexcitado por el movimiento (el nuestro): si vamos en bici, el perro no busca el cuadro de la bici, busca el movimiento más evidente que es el de nuestros pies en los pedales (el perro no sabe qué es la bici y qué somos nosotros: nos ve como un ente único), del mismo modo que si corremos, el perro busca los pies y las piernas, que son lo que más se mueve y lo que tiene más a mano, y esto vale tanto para los  que puedan salir de una finca como para los que están, por ejemplo, cuidando un rebaño o, simplemente, paseando.

¿Qué hay que hacer pues cuando nos vemos ante un perro (o varios) que no conocemos y que viene ladrando hacia nosotros? Pues, aunque sea difícil, tal como nos cuenta Esther Cairat, lo que hay que hacer es: nada. Así de sencillo, así de difícil.

Y por nada queremos decir nada: detenerse y. lo que probablemente sea más difícil, darle la espalda al perro y conservar la calma: el perro percibe los estados de ánimo y, si nos ponemos nerviosos, el perro también lo hará. Así mismo el perro, en estado de excitación, interpreta el contacto visual como un desafío. Obviamente, esto es difícil si no estamos familiarizados con el trato con canes, pero es la forma de que el perro deje de vernos como una amenaza y acabe ignorándonos se acercará tal vez, nos olerá probablemente, pero cuando el motivo de su excitación desaparezca, ésta lo hará también y, una vez el perro confirme que no somos una amenaza nos olvidará, podremos alejarnos tranquilamente del lugar hasta estar fuera de su alcance y reemprender nuestra carrera (probablemente a un ritmo más vivo que antes).

Gusten o no los perros, es evidente de que es una vivencia desagradable (¿Quién no ha pasado por ella?), y probablemente al lector se le haya quedado la misma cara que a nosotros al oír la opinión de una experta como Esther, pero el razonamiento es simple: si el perro quisiera realmente mordernos, lo haría – recordad aquello de “perro ladrador poco mordedor” – Es mucho más rápido que nosotros y una vez ha arrancado, no tenemos nada que hacer al respecto. Si nos enfrentamos a él, estamos aumentando su excitación y, tal vez, algunos perros se den la vuelta, pero los que se saben más fuertes no lo van a hacer. Por tanto, ante un encuentro fortuito de estas características lo suyo es entender qué le pasa al perro y, por tanto, conservar la calma.  Si fuera un eslogan para una camiseta sería “Keep calm, and don’t run” (conserva la calma, no corras).

¡Suerte con el siguiente encuentro!

Texto y Fotografías: Quim Farrero

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