19-03-2024

LA REFLEXIÓN DEL LUNES

 

Besos y abrazos

Todo apunta a que el próximo día 2 de mayo se levantará el confinamiento para hacer deporte. Esperemos a ver cómo evoluciona esta licencia y si se darán o no restricciones. En cualquier caso, bienvenida sea para que podamos disfrutar, aunque a medias, de la primavera. Y aunque salgamos ya a correr en este escenario convaleciente, que el título de la reflexión de este lunes no os confunda: no, no se trata de una despedida de la sección inaugurada a raíz del confinamiento, ni mucho menos de un mero formalismo para correspondencia en papel. Besos y abrazos serán los que dejaremos de ver cuando podamos de nuevo encontrarnos en la línea de salida de una carrera y mucho más en la meta con el logro satisfecho.

La crisis del coronavirus ha abierto la puerta a nuevas maneras de relacionarnos, dictaminadas por el distanciamiento social; todo apunta a que sentará precedente. Costumbres y rituales se verán afectados, al igual que gestos, muestras de afecto y proximidad. La mascarilla y los guantes quedarán gravados a fuego en la memoria; aunque invisibles, habrán dejado un reguero de asepsia y de sospecha: ver al prójimo como susceptible de contagiar y a uno mismo de ser contagiado.

Tardaremos en sentir la proximidad humana, el apelotonamiento en la línea de salida. El panorama dibuja un futuro incierto en cuanto a fechas, pero también en cuanto a formas. ¿Qué fórmulas adoptarán las carreras en un escenario de postpandemia? ¿Permitirán las concentraciones de corredores a las que estábamos acostumbrados hasta la fecha? Y sobre todo, ¿qué aspecto tomarán las llegadas de las carreras si no podemos besarnos y abrazarnos? Hoy en día resulta inimaginable concebir cualquiera de las grandes pruebas sin concentración de público, sin vítores en meta, sin pancartas de felicitación y en especial, sin las manifiestas muestras de afecto y amor entre participantes, familiares, amigos y seguidores a través del contacto físico. No imagino una llegada sin abrazos ni besos, sin fundir las manos con las del pasillo de público que espera en la recta de llegada. Estas muestras de afecto visten la escena final de cualquier prueba y forman ya parte indisoluble de ella. El contacto físico es humano, expresión de sentimientos; es por lo que no consigo imaginar una línea de llegada con mascarillas y guantes, ni manteniendo la distancia de seguridad entre el público. Frente a esta realidad, aséptica y deshumanizada, si algún día llegase optaría por el camino de correr en solitario.

 
Texto: Eliseu T. Climent / Revista TRAIL
Fotografías: Quim Farrero / Revista TRAIL

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