14-09-2024

LA REFLEXIÓN DEL LUNES

 

La crisis del coronavirus ha conseguido colapsar un sistema que parecía fuerte e indestructible, atentando de lleno en su núcleo: pérdidas humanas y una economía que navega ahora a la deriva han desencadenado un proceso en cadena. Como un juego de dominó, las piezas van cayendo una tras otra. Las carreras se suspenden para evitar aglomeraciones y más contagios, las organizaciones se contraen, los autónomos y las empresas paran máquinas, los medios de comunicación tienen el deber de informar pero con una libertad de acción limitada por las circunstancias. Y el periodismo especializado, como Revista TRAIL, asume la responsabilidad de seguir aportando contenidos desde sus limitaciones -que también son las vuestras-, adaptándose al momento, explorando territorios y fórmulas que el frenético ritmo de las carreras le habían impedido. Abrimos una nueva etapa -esperemos que pasajera- donde os ofreceremos elementos para la reflexión desde el confinamiento y para la construcción de la nueva realidad que nos toca vivir a todos. No hay carreras, no hay montañas; el lugar importa, sí, pero en estos momentos debemos actuar en positivo, sacando el máximo jugo a la limitación de las cuatro paredes. Artículos de reflexión, algunas lecturas recomendadas, destinos y montañas para futuros tiempos de libertad y mucho más podréis leer en nuestra web durante el tiempo que dure esta situación.

¡Fuerza y ánimos!

Adaptarse es triunfar

La situación excepcional en la que nos encontramos, sumidos en ella de la noche a la mañana, está siendo un paréntesis en la normalidad de lo cotidiano. Sin escuelas ni universidades, sin trabajo -o teletrabajando a trompicones-, sin respirar el aire de las montañas, sin entrenamientos -o entrenando en casa improvisadamente-, distrayendo la mente en momentos pasados, en destinos favoritos y otros por descubrir, disfrutando directamente de la familia y telemáticamente de los amigos, haciendo planes de futuro, o al contrario, viviendo el minuto que tenemos delante, aprovechando el tiempo con los bricolajes domésticos para los que nunca encontrábamos un instante y tantas otras interpretaciones del confinamiento. De estas y mil maneras más vivimos la reclusión forzada que nos impone una agresión vírica de alcance global, una situación inédita para una época en que la humanidad gozaba de libertad de movimientos y de una movilidad exagerada y de bajo coste.

El coronavirus abre una nueva etapa en nuestras vidas, en las economías, en la manera de concebir el trabajo y los estudios, en la relación y frecuentación de los espacios naturales. Una nueva etapa donde -esperemos que no sea así- el confinamiento puede llegar a ser recurrente. Un estado de alarma, que se asemeja a un estado de excepción o de sitio: calles vacías, controles policiales, salvoconductos empresariales para los desplazamientos. El contexto toma aires de totalitarismo contemporáneo, como salido de una ficción visionaria de George Orwell.

Ante tal situación, la sensación de impotencia crece, cuando no el decaimiento en ciertas almas. Y en este punto es donde tenemos ventaja los deportistas, aplicando las enseñanzas del deporte a las dificultades que entraña la vida. Salvar obstáculos, caer y levantarse de nuevo, perseverar y construir rutinas y planes para realidades que nos eran desconocidas hasta la fecha. Pero sobre todo, saber adaptarse; esta es la clave. En la adaptación reside el éxito de supervivencia de cualquier especie. Esta máxima darwinista es la que ahora toca aplicarnos a nosotros mismos.

 

Texto: Eliseu T. Climent / Revista TRAIL
Fotografías: Quim Farrero / Revista TRAIL

 

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