Gerard Morales (Moià, 1975), popularmente conocido como «Blacky» es de esos corredores que alegran el día. Bromista, simpático y extrovertido, es uno de los corredores más regulares en distancias largas de los últimos años y no pierde la sonrisa, ni la oportunidad para una broma, ni con más de un centenar de kilómetros en las piernas cuando aún quedan otros tantos. Buen comunicador, durante años ha tenido una presencia activa en redes transmitiendo una actitud -habitualmente positiva – más que otra cosa. Porque ha entendido, probablemente mejor que otros, qué necesitan las marcas que le dan o le han dado soporte, a pesar de que, como la inmensa mayoría, no figura entre esos pocos privilegiados que, verdaderamente, han conseguido vivir de esto que se llama trail.
“La clasificación es la general.”
¿Blacky?
Podrás ver que soy tirando a moreno, y mi hermano, que es un cachondo, siempre me llamaba “negro”. Nosotros pasábamos los veranos en Mallorca, y a la madre de un muy buen amigo mallorquín – que es inglesa -, le parecía un poco agresivo, decía que sonaba despectivo. Ella empezó a llamarme “Blacky” que le parecía más fino. Y así ha quedado. Me gusta porque me resulta simpático y fácil que recordar. Más que mi propio nombre. Ya lo tengo asumido: muchas veces me presento con mi sobrenombre.
Tu origen deportivo está en el tenis…
Empiezo en el tenis con ocho o diez años aquí en Moià, en una escuela muy pequeña, pero desde muy pequeño practico deporte y también corría porque mi padre era muy aficionado – corría maratones, era ciclista – y mi madre también jugaba a tenis. Empiezo a correr en serio cuando dejo de competir en tenis porque sentía que me faltaba alguna cosa. Empecé con alguna carrera de montaña, alguna duatlón y a partir de ahí me animé. Vi que no se me daba mal a pesar de que los inicios no fueron fáciles, porque tuve varias lesiones derivadas del cambio de uso muscular del tenis a correr; la manera de moverse es muy diferente y la exigencia muscular en zonas concretas también. Hay que sobrevivir a un periodo de adaptación.
¿Por qué dejas el tenis?
Porque con veintitrés o veinticuatro años me convenzo de que es inviable ser profesional. Es un deporte que, aunque ahora se haya popularizado, es muy elitista desde este punto de vista, y para poder competir a un nivel alto hace falta mucho dinero: viajes, entrenadores, inscripciones… De hecho ahora, en cierta manera, soy profesional del tenis. Vivo de él pero como profesor. Me hubiera gustado poder hacerlo como deportista y, aunque es verdad que estuve en el ránking ATP – el 450 creo – eso no da para nada. Sólo son gastos.
Y de entrada descubres que correr se te da bien…
Si. Recuerdo una media maratón en la que acabé séptimo sin haber hecho nada de nada. Ni entrenar ni nada parecido. Fue la media maratón de Vallgorguina. No le di mucha importancia porque, básicamente, yo lo que quería era llenar los fines de semana con alguna actividad, pero me convencieron con aquello de “-Si te pones en serio…” y, a pesar de que no soy demasiado serio, me puse y vi que el tema iba adelante. El gran cambio fue en Cavalls del Vent en 2010. En 2009 lo hice por primera vez y lo pasé muy mal. Pero en 2010 acabé en el Top 10 si mal no recuerdo, y ahí vi claro que, lejos de ser un Kilian, podía hacer algo interesante y, tal vez, conseguir algún patrocinio. En aquel momento apareció Buff.
¿Si no se te hubiera dado bien te hubiera gustado tanto?
En su momento hice un duatlón de montaña en Núria. Lo hice sin entrenar y fue muy duro. Lo pasé muy mal. Además la bici de montaña no se me da muy bien. Pero en el caso de correr creo que es diferente. Nadie empieza a correr siendo muy bueno pero lo interesante es que sales a correr un día, y haces una cosa, pero sales a correr dos y esa cosa evoluciona, y así progresivamente. Siempre hay una mejora. Más o menos espectacular o discreta, pero siempre hay una progresión. Los primeros días me dolía todo, porque mi musculatura estaba trabajada para otra actividad, y me hacía dudar el hecho de pensar que cada día que salía a correr me hacía daño alguna cosa. Mis inicios no fueron de “voy, se me da bien y consigo resultados”. Hubo una fase de adaptación.
Más allá de tu faceta como instructor, ¿Queda muy lejos el tenis?
Con casi cuarenta y siete años el tenis queda muy allá, aunque haya categorías, torneos para veteranos y tal. A mi no me cuadra el tema de competir por categorías. Una vez hice segundo de veteranos en Ultra Pirineu, por ejemplo, y me da vergüenza que me llamen en la entrega de premios. Salí porque Miguel Heras salió. Cuando compito intento hacerlo al margen de la categoría, de tú a tú con cualquier otro corredor, independientemente de su edad. No pasa nada si no ganas, las categorías me parecen un poco un premio de consolación. Además hay muchas y con criterios diferentes. La clasificación es la general.
En un momento dado aparece un primer patrocinador y, además, importante… ¿Eso implica profesionalización?
Sin duda. Hasta ese momento era un corredor popular. Que una marca importante confíe en ti implica un cambio de chip, la forma como entiendes las carreras cambia. Ellos van a ayudarte de una forma u otra, por lo tanto tú debes corresponder. Hay que empezar a hacer las cosas mejor, entrenar de forma más seria, etc. En ese momento mi patrocinador, que era Buff, empezaba con el equipo de trail y empezó a montar un equipo con corredores verdaderamente profesionales de mucho nivel, en un momento en que aún había pocos equipos. De puertas afuera todo era muy aparente. Mucha gente creía que estaba ganando mucho dinero, lo cual era señal de que estaba comunicando bien, de cara a la marca, lo que hacía. Pero la realidad era que yo no me ganaba la vida con esto. A final de año algo caía, no como para vivir, pero tenía la seguridad de que podía ir a ciertas carreras a las que, tal vez, no me hubiera sido fácil ir.
Mucha gente forma parte de un equipo pero ¿En qué consiste ese “soporte”?
Depende mucho de la marca. Algunas te pueden facilitar todo el material que necesites y apoyo para ir a la carrera que quieras aunque difícilmente te pueden pagar un sueldo, y otras si podrán. Actualmente hay algunos atletas que viven exclusivamente de esto, pero en realidad son muy pocos. Aunque en redes haya muchos “profesionales”. En cualquier caso, la mayoría de marcas sólo ofrecen algo de material y, con suerte, algún viaje. También creo que los atletas, en general, no hemos sabido gestionar eso. Tres o cuatro pares de zapatillas no valen el trabajo que implica una comunicación decente en redes o unos resultados en carrera. Si no se cayera en la trampa, tal vez las marcas deberían replantearse esos “equipos”. El problema es que tu puedes plantarte, pero detrás vendrán veinte que van a decir que si incluso por menos. Por otro lado está el tema “infuencer” que dice que si pero con el que no hay un compromiso serio y tal como publica cosas de una marca hoy, publicará otra cosa en unos días. Creo que no hemos sabido hacer entender el valor que tiene nuestra imagen, nuestra comunicación y nuestros resultados.
Tal vez la base del problema es que una marca se plantee crear un equipo cuando no tiene medios…
Yo me encontrado con marcas de las que no me ha interesado lo que me han ofrecido. Es muy difícil que una marca ofrezca dinero a cambio de lo que le da un atleta. Lo más habitual es que todo quede en material, que es lo que menos falta hace. Además, el trato debería ser recíproco, tanto te doy, tanto me das. Y normalmente no es así. Suelen pedir mucho más de lo que habitualmente ofrecen. El material a ellos les cuesta muy poco y a cambio, en proporción, reciben mucha difusión. Por otro lado, hay otras marcas que, a veces, te ofrecen material para que lo pruebes pero sin compromiso, si les das un “feedback” bien y si no, también. Y si hablas de ello en redes, pues lo mismo.
Hablamos de profesionalización y vamos siempre a parar a redes. Los resultados no aparecen por ningún lado.
Si tú me haces una foto chula y me la cedes para que la use. Pero luego le haces una foto a otro corredor que tiene muchos más seguidores en redes, está claro que te venderá mucho mejor en que más personal mueva en redes. Esto es lo que buscan las marcas: visibilidad. Ni más ni menos. Los resultados son muy efímeros. El domingo ganas y el miércoles ya es agua pasada, porque el siguiente fin de semana ya hay otra carrera y el público está por lo que viene. Las marcas lo que quieren es crear un contenido y que la gente lo vea de forma masiva ¿Cómo? Con la figura del “influencer”. A una de las marcas que me patrocina les mandé una nota con mi resultado en esta última Marathon des Sables (séptima posición). No me han dado ni bola. La respuesta fue un emoticono. Los resultados son lo de menos. Es más, si has reventado mejor: la épica vende más.
Tal vez el patrocinio en base a resultados no debería depender de las marcas…
En ese aspecto aquí lo que tenemos son dos federaciones enfrentadas por el control del trail. A ver quien hace más Campeonatos de España en un año y, además, los solapan. Es muy difícil que una federación como por ejemplo la catalana, que es muy potente, te llame para correr y te lo compense. Parece que no entienden que, no sólo hay mucho trabajo detrás, si no que además tienes que disponer de tu tiempo para ir a la carrera que te digan. No sólo eso, si no que tienes que pagar un fisio, entrenador y, para redondearlo ¡Tienes que pagarte la licencia¡ No tienen ni el detalle de costeártela. Llegar a un cierto punto de forma, para que lleguen a convocarte, no es gratis. Aquí si que lo que debería valer son simplemente los resultados. Además, no puedes ni llevar la ropa de tu patrocinador, y yo no quiero llevar ropa de nada que no me represente. Y me he negado en alguna carrera a llevar la camiseta de una federación en lugar de la de mi patrocinador.
¿Y por qué los corredores no dicen simplemente “No”?
No lo se. No entiendo a la gente que luce una camiseta en la que no cree. Que primero dice una cosa y luego pasa por el tubo con otra, sin ni siquiera tener la excusa de que hay dinero de por medio. El ego tal vez, la creencia de que esto abre puertas… Es como si nadie se atreviera a ponerlo sobre la mesa.
¿Hay una falsa imagen de profesionalización?
Si. La mayoría tenemos un trabajo y la gente no lo sabe, no lo ve o no lo quiere ver. A Jordi Gamito en redes han llegado a ponerle en duda que realmente trabaje como albañil. Es la cara oscura de las redes. Se publica sólo lo chulo: los entrenamientos, ese momento en la montaña, el masaje… no se suele publicar una imagen pringando en la obra, la oficina o la tienda. Eso pasa sobre todo si publicas mucho: parece que sólo hagas eso, o eso es por lo menos lo que asume la gente. Si publicas dos fotos de fútbol al día, yo tendré la percepción de que sólo haces eso. Vivimos en un mundo en el que cada vez se lee menos, ni el texto de las imágenes. Vemos la foto, si nos gusta le damos “like” sin pensar mucho más, y nos quedamos sólo con la idea que nos ha transmitido la imagen. A veces sería interesante leer, por lo menos, lo que pone bajo la foto.
Durante un tiempo tú mismo has sido muy activo en redes, incluso con alguna iniciativa peculiar, y ahora parece que estás en un perfil más bajo…
¡Si! Te refieres a la “Baja Calaña”. En ese momento me apetecía y además era importante para las marcas que entonces me patrocinaban que, además, aportaban algo más y, por lo tanto, pedían algo más a cambio. A mi las redes me aportan lo justo para poder comunicar cuando creo conveniente lo que me apetece, pero nunca nadie me ha obligado a publicar tanto o cuanto al mes o la semana o lo que sea. Tengo que decir que a mí me gusta. Tal vez ahora debería publicar un poco más ¡Hay gente que me pregunta si aún corro! Pero ahora no me apetece. En cuanto a la “Baja Calaña” es un perfil que yo echo mucho en falta. Empezamos en broma para caricaturizar a un personaje en concreto, de esos que siempre tienen excusas para todo. A partir de ahí nos reíamos de todo, incluidos nosotros mismos. Esa era la idea inicial. Nos lo pasábamos bien, pero cuando haces algo así siempre hay alguien que se ofende, a pesar de que la intención era buena, simplemente hacer un poco de autocrítica del colectivo, aunque no todo el mundo lo entiende, Cuando te ríes de ciertas actitudes y alguien se da por aludido…
Siempre has sido un corredor solvente ¿Te ves corriendo cuando esto ya no sea así?
No creo que deje de correr porque el resultado no es mi finalidad prioritaria. De hecho ahora mismo esos resultados ya no están ahí. Me gusta correr y siempre ha formado parte de mi vida, desde muy pequeño, como el deporte en general. Mi padre me levantaba los sábados por la mañana a las siete para ir a correr, hiciera frío o calor – ya hace más de treinta años podía hacer mucho frío en Moià – y correr me aporta mucho más de lo que me quita. Me siento a gusto corriendo, si no corro me cambia hasta el carácter. Si esto además lo compagino con alguna carrera, esté donde esté en la clasificación, pues estupendo.
¿Practicas más deportes en la montaña?
Probé el esquí y no me gustó; lo probé en una carrera y, la verdad, es que tal vez antes ¡Debería aprender a bajar! Supongo que empecé por el tejado. La bici de montaña me gusta, pero no tanto como la bici de carretera que me apasiona. Si volviera a nacer, seguramente sería ciclista.
¿Un mal momento en una carrera?
¡UTMB! He tenido muy malos momentos en UTMB, no he sabido gestionarlo nunca bien. Por nervios, por intentar satisfacer a otros, por buscar un resultado que no era el mío, por correr para la marca y no para mí, por correr por el qué dirán. En resumen, por gestionarlo mal ya desde el mes previo. Eso durante tres años. Ya en 2013, acababa de empezar con Buff, era una carrera importante para todos y salí pensando en todo eso. Fracaso descomunal. Abandoné y no tenía que haber abandonado. No suelo hacerlo.
¿Te afecta mucho la presión?
Yo he vivido de alguna manera esa presión. Tal vez a pequeña escala y de forma subjetiva, sobre todo porque no había dinero de por medio. Era más un tema personal de satisfacer a los demás. También es verdad que era más joven, llevaba poco tiempo en todo esto, tal vez las expectativas, tanto mías como de terceros, eran demasiado altas, y no era lo que tocaba. Yo aprendí a gestionar todo esto con el tiempo. Al principio era complicado porque siempre esperas más… ¿Qué pondré en redes para excusar el fracaso? Al final, a las marcas tampoco les afecta demasiado, a no ser que seas un verdadero profesional y haya dinero de verdad de por medio. Sí que es verdad que hay mucha gente que lo lleva mal, es un tema difícil de gestionar. Además, a veces se olvida que en un ultra hay una dosis de aleatoriedad muy alta, pueden pasar muchas cosas.
También hay una percepción popular que espera de los élites siempre buenos resultados, semana tras semana ¿No?
Esto me ha pasado mil veces. Yo siempre he sido muy regular y la gente espera que esté entre unas posiciones determinadas. Incluso en carreras de 10 kilómetros que no son mi mundo, en la que cualquier joven – o no tan joven – me arrancará los adhesivos al adelantarme, y la gente espera de mí un rendimiento que no es el mío. En carreras cortas, la gente te dice “- esto para ti no es nada, acostumbrado a hacer cinco veces más” Eso es absurdo. El hecho de que sean veinte kilómetros, de hecho, me lo pone más difícil. Es algo que se da por normal: si fulano corre, tiene que ganar, cualquier otra cosa es un fracaso, o ya está de capa caída o lo que sea… A partir de ese momento ya estás cerca de estar acabado. Y nadie tiene sólo días buenos.
¿Un recuerdo de una carrera?
Tal vez, y no por haber ganado, el Campeonato de España en el Montseny, porque recuerdo que íbamos corriendo en un grupo y nos perdimos, alguien arrancó unas cintas y eso. Todos llevábamos súper relojes pero nadie tenía el track… Creo recordar que estábamos Jordi Gamito, Crístofer Clemente… Acabamos dando un gran rodeo para llegar a un avituallamiento, con la idea de dejarlo ahí. Pero una vez llegué, Pau Zamora, el mánager del equipo de Buff, me animó a seguir. Ya habían pasado unos veinte corredores. Le hice caso, me empecé a sentir bien y a adelantar gente hasta acabar ganando. Y, repito, no fue el hecho de ganar, sino de sobreponerme a todas las vicisitudes lo que le dio un punto especial a esa carrera. De la miseria a la euforia.
¿Una carrera que te gustaría correr?
Me gustaría correr en Estados Unidos. No lo he hecho nunca. Mi compañera – Manu – está ahora corriendo allí. Me gusta la filosofía yanqui: los dorsales pequeños , la ausencia de material obligatorio – cada uno toma sus decisiones; el material es orientativo – todo es como mucho más simple en lo que respecta al correr, más primitivo, más minoritario. Me gustaría experimentarlo.
¿Y tu nueva faceta como “camera runner”?
Me enredó Jordi Cadena, de Evasion Tv. La primera vez me lo pidió dos días antes de Ultra Pirineu. Yo no sabía ni cómo se pone en marcha la cámara. Hicimos unos ensayos y me hizo ponerme en la salida – a mi me daba mucha vergüenza – y salir entre el pelotón. Al final tuve que ir a encontrar a Kilian para seguirlo los últimos kilómetros e incluso me excusé con él, tenía un poco la sensación de molestar. Tengo una visión un poco crítica con todo el montaje de bicis, cámaras, etc. Tengo claro que es necesario y forma parte de la evolución, pero hay que controlarlo un poco, y no se puede. Eso implica que hay mucha gente con cámaras, con la finalidad que sea, y al final acaba siendo molesto para el corredor. En algunos puntos puede incluso llegar a ser difícil pasar. Luego en Penyagolosa iba más relajado, pero sigo prefiriendo correr. Simplemente.