Raul Butaci (Clujna Poca, Rumania, 1985) es alguien que tiene claro lo que representa salir – de verdad – de la zona de confort y hasta que punto es importante el esfuerzo. Agradable y humilde, es de esos corredores que, más allá de sus cualidades deportivas (es un habitual en puestos de cabeza) proyecta un carácter afable y cercano en el que, por encima de los resultados, la persona es lo que importa.
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Nacido y criado en Rumanía ¿Cuándo te vienes para acá?
Nací y me crié en Clujna Poca y vine ya crecidito, en 2002 con diecisiete años. Primero vino mi padre – en aquellos momentos había mucho trabajo en el sector de la construcción – en poco tiempo vino mi madre y al cabo de un año vinimos nosotros, mi hermana y yo, a reunirnos con ellos en Tornabous, el pueblo de la provincia de Lleida donde se estableció mi padre y de donde ya no me he movido.
¿Cómo es el aterrizaje en un mundo diferente?
Al principio complicado, básicamente por los estudios. Por edad entré directamente en segundo de bachillerato ¡en junio! y, obviamente, lo suspendí todo. Al curso siguiente repetí y, a finales del primer trimestre, cuando ya empezaba a ubicarme y a aprobar materias me dijeron que, según mis estudios cursados en Rumanía debería volver a empezar el bachillerato. Lo dejé, me puse a trabajar y me independicé. Luego más tarde, ya con veintiocho años, hice un grado de electricista, que es a lo que me dedico ahora. No me veía trabajando toda la vida en factorías (piensos, semillas…) De entrada, empecé a trabajar cerca de donde vivo (Tornabous), luego cambié a otro trabajo cerca de Lleida donde vivía con mi pareja que estaba estudiando en la universidad. Pero volviendo al inicio, mi integración fue rápida: yo llegué una mañana y por la tarde ya empecé a salir por ahí a conocer a chavales del pueblo, aún sin saber el idioma, iba con ellos, me sentaba, escuchaba e iba cogiendo cosas al vuelo (Raul se expresa a la perfección en catalán y castellano). En poco tiempo ya era suficientemente autónomo como para independizarme y fui a vivir a Lleida en un piso de estudiantes
¿Cómo juega el deporte en todo esto?
Una de las cosas que pedí a mis padres cuando vine fue que me buscaran un club de atletismo. Empecé con unos diez años, me gustaba y me vino muy bien en una época en que viví en una ciudad grande lejos de mis padres, con muchas oportunidades para hacer tonterías. El atletismo me ocupaba las tardes. Una vez aquí, entré en un club de Lleida en el que tuve un gran entrenador, Antonio Cánovas. Hacía 3.000, 5.000, 3.000 obstáculos… en general distancia larga. Hice también mucho Cross… Llegué incluso a ganar la Jean Bouin en Barcelona y a hacer un Top10 en la Cursa del Corte Inglés. Era bueno, pero llegó ese momento en que para progresar no era factible trabajar y entrenar al tiempo y lo dejé.

¿Y el paso a la montaña?
Durante ocho o diez años me dediqué a jugar a fútbol en el pueblo, algún triatlón… un poco de aquí y un poco de allá, hasta que un día alguien del pueblo me propuso ir a la Marxa dels Castells, una marcha popular que se hace por la zona donde vivo. Fue mi primera carrera “por montaña”, aunque el término correcto sería “fuera de asfalto”. La hice toda corriendo y me gustó, y a partir de ahí empecé a indagar qué era eso de correr por la montaña, algo que, viviendo donde vivo, me quedaba un poco lejos y por tanto no es demasiado popular. Esto era sobre el año 2012 y durante un tiempo lo compaginé con el fútbol hasta que descubrí que disfrutaba más con el trail, algo que ahora combino con la bicicleta que me viene muy bien para entrenar y con la que salgo bastante.
¿De dónde sacas el desnivel para entrenar?
No es fácil. Alrededor de mi casa es todo prácticamente llano. Tengo el Pilar d’Almenara cerca, con cincuenta o sesenta metros positivos. Para que te hagas una idea, en veinte kilómetros puedo llegar a rascar cuatrocientos o quinientos metros de desnivel subiendo y bajando por aquí y por allá. Para hacer desnivel de verdad necesito coger el coche e irme a Sant Llorenç de Montgai, Camarasa… A unos pocos kilómetros de casa.
¿Entrenas cada día?
Si. Toda la semana. Descanso poco – hago lo que me manda mi entrenador, Fabrizio Sabina – y desde el año pasado me puedo dedicar más porque puedo permitirme priorizar el trail sobre el trabajo. Tengo una empresa con dos trabajadores y estoy haciendo más o menos media jornada de trabajo y media de entreno y salgo sistemáticamente, incluso estos días que ha llovido mucho. Es un buen momento para probar material y para probarse en estas situaciones. Hoy he corrido tres horas bajo la lluvia. Al fin y al cabo, es algo que va con la montaña. En cualquier caso, si quieres funcionar como profesional hay que evitar las excusas. Me tomo la preparación como trabajo. De afición ha pasado a trabajo, y a veces no es fácil compaginar las dos profesiones.

Siempre que me cruzo contigo en la montaña tienes una sonrisa preparada ¿Es amabilidad? ¿O simplemente lo estás pasando bien?
Hace un par de años que realmente me puedo permitir pasarlo bien en las carreras. Estoy en un buen momento de forma, donde quería estar. Hasta ahora, nada más salir ya iba “con el gancho”, al límite de mis posibilidades. Ahora entreno mejor y me siento mejor físicamente y eso me permite poder estar delante, pero disfrutando, al menos durante un 60 o 70 por cien de la carrera. Yo disfruto mucho admirando el paisaje y, en cualquier caso, pienso que por muy mal que estés, una sonrisa con cualquiera con quien te cruces no cuesta nada, al fin y al cabo, todos estamos de alguna manera en el mismo saco, sea corriendo, animando o avituallando.
Comentas tu nivel actual, pero ya hace algunos años que sueles estar por delante y eres un corredor muy constante ¿En qué momento descubres que esto se te da bien?
Hay un quinto puesto en la Salomon Ultra Pirineu en 2018 que marca un momento especial, de descubrimiento, en un momento en que trabajaba diez o doce horas diarias con apenas doce horas de entrenamiento a la semana. Siendo consciente de esto, intentaba dejar las carreras largas para después del verano, cuando ya estaba más rodado en la temporada. También tuve la suerte de dar con mi actual entrenador, Fabrizio, que ha sabido dirigir muy bien mi progresión, picando piedra de año en año y aumentando el rendimiento poco a poco, con un punto importante que es el no haber tenido lesiones. La constancia es la base de la mejora, y los parones por lesión son tremendos; si tras cuatro meses de trabajo estás un mes parado por lesión, en gran parte pierde el trabajo hecho. Es mejor entrenar seis meses al ochenta por ciento que cuatro al cien por cien y acabar petando. Tampoco abandono demasiado… De todos modos, tal vez haya quien ya me tenía ubicado de antes, pero el hecho de ganar Transgrancanaria el año pasado (2024) ha marcado un antes y un después. Para muchos es como si hubiera salido de la nada. A veces parece que todo depende de qué carrera ganas. Y lo curioso es que después todo el mundo espera que ganes todo lo que corras.
¿Te sientes más presionado ahora?
La verdad, no siento demasiado la presión, aún me queda mucho por mejorar, estoy bien, pero en todas las carreras hay buenos corredores. Y esto es lo bueno del trail actual: cada vez hay más gente con un nivel muy alto que se prepara muy bien una carrera determinada y que parece que salgan de la nada.

¿Con qué criterio decides tu calendario?
Antes de cerrar la temporada ya tengo planificados dos o tres objetivos para la siguiente, y todo lo que salga de aquí, me lo tomo como una preparación. Este año el gran objetivo es la MIUT (Madeira Island Ultra Trail). Me gusta ir descubriendo cosas, si no se acaba corriendo siempre las mismas carreras. Además, el año pasado acabé la temporada tarde y no me veía como para volver a llegar en óptimo estado a la Classic de Transgrancanaria, por eso me busqué el objetivo grande un poco más entrada la temporada. A partir de los objetivos, mi entrenador prepara las sesiones y los bloques de carga. No estoy todo el año al cien por cien. Es imposible. Se trata de centrarse en un objetivo y, tras él, descansar unas semanas y a por el siguiente.
¿Te sientes cómodo en situaciones adversas en la montaña?
Me siento mejor y rindo más en condiciones adversas. Mi punto débil es el calor. Me deshidrato con mucha facilidad. Hemos hecho muchas pruebas y, por lo general, suelo perder más líquido del que soy capaz de consumir. Con frío funciono mejor, como el pasado año en la “Trans” en que la noche fue bastante dura, con viento, lluvia y frío. Aquí donde vivo hace mucho frío en invierno y mucho calor en verano. No hay término medio. Y mi problema es que no tengo calor, lo siento poco, pero eso no quiere decir que no pierda líquido, simplemente no me doy cuenta. No me agobia ni el calor ni el frío.
Y este año ¿Más allá de la MIUT?
Este año me planteo MIUT, Lavaredo y luego el mundial de Canfranc. Tengo que estar en Chamonix pero aún no sé en qué… tengo dorsal para la CCC pero tal vez acabe haciendo la OCC. Hay que estar, pero este año sacrificaría Chamonix para hacer un buen mundial.

Afirmas que te sientes cómodo en los 100K, pero también atacas cosas más cortas…
¡Si! Este año volveré a Zegama, una carrera que pone a cada uno en su lugar. No puedes salir pretendiendo hacer un Top10 en Zegama. Y es una distancia en la que también me siento cómodo… El concepto Skyrunning me encanta. Correr entre cinco y siete horas es perfecto. Es un buen compromiso entre velocidad y resistencia. Y además lo técnico y aéreo me va. No me gustan las pruebas “corredoras”.
¿De qué soportes dispones actualmente?
Ahora mismo, quien me paga un sueldo al mes es BIGK, además tengo soporte de Buff y ya está. No tengo ningún otro soporte, ni zapatillas, ni bastones… De todos modos, el problema de recibir soporte con según qué material viene cuando algo no te va bien, unas zapatillas, por ejemplo. Hay material especialmente sensible que si es el que usas y te lo dan, perfecto, pero si no es el que te va, puede resultar contraproducente. Y hay quien por unas zapatillas regaladas se juega una lesión. En cierto material, si no es el que yo necesito, prefiero no depender de nadie. También hay que empezar a valorarse: que te den cuatro cosas no justifica según que exigencias. En mi caso, por ejemplo, en temas de nutrición «Santa Madre» me facilita el material. No es un sueldo, pero es un aspecto tan importante que el poder disponer de suministros ya va bien, sobre todo con lo que llegas a consumir cada día en los entrenamientos. Yo hoy he salido tres horas y se han ido unos trece euros en nutrición. Y eso cada día. Sin un soporte es inviable. Y es importante porque hay que adaptar el cuerpo al combustible. Antes ibas con un bocadillo a entrenar, en carrera te alimentabas de geles, por ejemplo, y te sentaba como un tiro. Normal: el cuerpo necesita adaptarse a procesar el “fuel”.

¿Qué obligaciones te comporta el patrocinio?
De hecho, pocas. No tengo, por ejemplo, obligaciones específicas en redes, pero hay un tema de ética – o criterio personal – y es que hay que aportar algo: la marca te paga para obtener presencia. Hay que ofrecer un retorno, y eso se hace con resultados por un lado y con difusión en redes por otro, aunque en mi caso, si no hay nada que decir, no digo nada. Me gustaría tener la capacidad de ser más activo, pero tengo el tiempo que tengo. Al fin y al cabo, tengo que compaginar un trabajo con el otro. También pienso que se da demasiada importancia a las redes, pero por otro lado hay que comportarse profesionalmente, y hay que dar una imagen determinada. Lo bueno de un patrocinio es que me permite, por ejemplo, irme unos días a Madeira para reconocer el terreno y que, en general, correr no me cueste dinero y pueda ir a las carreras que me apetece. Soy un privilegiado
¿Presión?
No me afecta demasiado, pienso. Sigo haciendo las cosas tal como las hacía antes. Por suerte yo tengo mi trabajo, no dependo de resultados ni patrocinios para vivir. A veces no se ni si la carrera a la que voy tiene premios en metálico, ni se las bonificaciones que puedo tener con un patrocinador por ganarla. Voy a intentar ganar tanto si hay dinero de por medio como si no ¿Qué hay algo? Pues perfecto. Pero si no, no dejaré de ir.
¿La carrera soñada?
Un podio en un mundial me haría ilusión, entendiendo que en los mundiales celebrados últimamente cada vez hay más nivel o puestos a soñar, una medalla olímpica o por qué no, un podio en UTMB. La idea global sería un podio en alguna de esas pruebas en las que se dan cita los mejores, independientemente de la carrera. Eso me gustaría. Pero, de hecho, el haber ganado una Transgrancanaria ya es algo que no hubiera pensado nunca, aunque me quedé con la idea de que no supe disfrutar de ese resultado, y me sabe un poco mal. Hasta un tiempo después no fui consciente de lo que representó. No es fácil ganarla. Me hablaban de la presión de volver a Gran Canaria, y yo no tengo ninguna presión, la presión la tienen los otros, yo ya la he ganado. Es absurdo plantearse que porque has ganado una vez tienes que ganar cada vez que vayas. Me parece muy ingenuo actualmente. Tal vez hace unos años… Pero ahora no.

¿Algo que no te guste del mundo del trail?
No tengo grandes quejas. Creo que está bien que se profesionalice pero que siga habiendo una buena relación entre corredores. Esto se ve en pocos deportes. Quedar a entrenar con tu posible rival y compartir con él, no es frecuente en el mundo del deporte, y en el trail existe. Yo entreno con mucha gente con la que después somos rivales en carrera. Pero sé que, al menos para mí, en caso de problemas, la victoria queda en segundo término: ayudar va por delante. Creo que esto se mantiene. Tal vez no me guste cómo se valora a los corredores que, al fin y al cabo, son los que ofrecen el espectáculo. Creo que hay una desproporción entre cuántos (y cómo) viven del trail y lo que mueve el trail. Otra historia es qué quiere decir ser profesional, y no hablo de hacer las cosas profesionalmente, hablo de vivir. No es lo mismo “ser profesional” con cuarenta años y responsabilidades, que con veinte viviendo en casa de los padres.