Este pasado sábado (3 de junio) se celebró la decimotercera edición del Kilómetro Vertical de Fuente Dé, probablemente uno de los más bonitos y espectaculares del calendario. Y es que el entorno manda, y el círculo glaciar de Fuente Dé es, más allá del tópico, un terreno de juego privilegiado. Un territorio que vale la pena explorar.
LIÉBANA: ALREDEDOR DEL KILÓMETRO VERTICAL
Una vez más pendientes de la evolución de las nubes y de las potenciales tormentas de tarde, a las 16:30 se dio la salida en grupo de las mujeres – y media hora después a la de hombres – desde la estación inferior del teleférico de Fuente Dé, con un primer tramo neutralizado hasta la campa que da acceso a las primeras pendientes (punto de salida en anteriores ediciones).
Naturalmente las lluvias, que hasta ese momento habían respetado el lugar, a pesar de ir cayendo en los alrededores, acudieron también a la cita a la hora prevista con un chaparrón que amenizó gran parte de la prueba, y que dejó las zonas más rocosas particularmente resbaladizas al mezclarse con el barro de las zapatillas.
¿Qué decir del Kilómetro Vertical de Fuente Dé cómo tal? Los números los dicen todo: 972 metros de desnivel en ¡2,6 kilómetros! Nada mal. Un circo glaciar en el que, desde abajo, es difícil adivinar un recorrido que, de entrada, parece imposible a pie. Pero ahí está, un sendero que, sin más complicaciones que una corta y fácil trepada en la sección final, sortea todas las dificultades planteadas por los verticales muros de caliza que conforman un circo glaciar al cual el teleférico de Fuente Dé (gestionado por Cantur) facilita el acceso a la parte alta y, en este caso, facilita el regreso al valle de aquellos corredores y acompañantes que, satisfechos con el esfuerzo, no quieren volver a bajar a pie a la ceremonia de entrega de premios y a la cena (estupenda paella, excelente jamón) y la fiesta posteriores.
Pero más allá de disfrutar del espacio, la compañía y el esfuerzo, el KV es una competición en la que hay quién llega antes a meta. En este caso, la salida en masa facilita al espectador tener claro quién ha ganado y quién no (básicamente el primero que llega) Esta vez, Verónica Sánchez (0h43:18) se llevó la prueba en mujeres, a sólo 32 segundos de su seguidora Inma Pereira. En hombres, Alain Santamaría (0h34:00) entró, después de un apretado esprint, sólo 5 segundos por delante de su inmediato seguidor Guillermo Ramos. Unos tiempos que hay que poner en valor considerando que, en la pasada edición, corredores de referencia como Oihana Kortazar (vencedora en mujeres) y Manu Merillas (7º clasificado) emplearon 0h41:23 y 0h37:17 respectivamente (Hugo Cerezo gano la prueba con 0h34:44). La ausencia de grandes nombres no siempre tiene que ver con la ausencia de nivel…
Pero más allá de las excelencias del KV de Fuente Dé, el territorio cántabro en Picos de Europa, ofrece mucho más. Al fin y al cabo, la prueba sólo nos llevará una tarde de todo un fin de semana o del tiempo que hayamos podido emplear para disfrutar de la zona. Tanto en las zonas altas como en las más bajas, disponemos de un sinfín de itinerarios de todo tipo y nivel que justifican una visita – tan larga como podamos – al lugar.
En las partes más bajas, hay un sinfín de posibilidades que, tanto cuando la meteorología lo sugiere, como cuando las ganas lo propician, nos permiten entrenar descubriendo el territorio entre bosques y zonas más protegidas de todo tipo, con desniveles más suaves y terrenos, en general, amables.
Posibilidades como el Camino Vadiniense, la sección del Camino Lebaniego (ramal a su vez del Camino de Santiago) que recorre el valle de Camaleño, desde Fuente Dé a Potes y que, en su origen vinculado a la peregrinación, encadena poblaciones, monasterios y ermitas por las zonas más seguras del valle. Bosques, senderos cómodos, bonitos pueblos y el paso por el Monasterio de Santo Toribio de Liébana y su vecina ermita de San Miguel. Todo con unas impresionantes vistas sobre los Picos de Europa: sobre el Macizo Central al inicio y sobre el macizo Oriental desde un poco antes de la localidad de Cosgaya, hasta el final en Santo Toribio o Potes. Es interesante también recordar que este 2023 y el próximo 2024 se celebra el Año Jubilar Lebaniego, del que ya hablamos en nuestro anterior artículo sobre Cantabria y sus posibilidades para el turismo activo y, concretamente, el trail, bajo los lemas “Cantabria Infinita” y “Cantabria +x Descubrir” promovidos por Turismo de Cantabria.
En esa misma zona, el llamado “Camino Bajo Picos”, con inicio y final en Mogrovejo, es un cómodo sendero con un recorrido circular de 9 kilómetros que conforma un itinerario corto y cómodo para estirar las piernas o para completarlo con un acceso a las zonas más altas a través de las canales de Lechugales o el Collado de Cámara.
En un término medio, la vuelta a Peña Remoña, con unos 11 kilómetros t 1.200 D+, nos ofrece la posibilidad, saliendo del valle en Fuente Dé, de conocer, por un terreno ya más exigente, las zonas intermedias dominadas por pastos y terreno cómodo de correr, en los que las cabañas de pastores – como fue en nuestro caso la de Pedabejo – nos ofrecen la posibilidad de refugio si hemos apurado con la meteorología y la cosa se complica. El recorrido, accesible, se complica un poco si optamos por la ascensión a Peña Remoña, una forma excelente de tomar contacto con las zonas altas y que nos obligará a una sencilla trepada (algo habitual en estos lares en los que la roca es la reina).
Pero la estrella de Picos de Europa es, básicamente, la alta montaña, en la que la espectacularidad va de la mano de la severidad. Un terreno al que el teleférico de Fuente Dé nos facilita el acceso si no nos apetece añadir el desnivel correspondiente al KV a nuestra actividad, un ascenso que tiene alguna que otra posibilidad más allá del recorrido de la carrera (la canal de la Jenduda, por ejemplo). Una vez allí, si nos apetece quedarnos en altura podemos establecernos en el refugio de Áliva, una zona de pastos extraordinaria a poca distancia de la estación superior del teleférico, bajo la atenta mirada, entre otras, de la mole de Peña Vieja y su canal del Vidrio.
Toda la zona alta tiene, además, un interesante pasado minero del cual provienen buena parte de los senderos que recorreremos, y en los que podremos ver numerosos vestigios de antiguas minas y algunas instalaciones en rincones verdaderamente espectaculares (espantosos si contemplamos la posibilidad de trabajar ahí).
Una primera toma de contacto con la alta montaña en Picos, sea desde el teleférico o bien desde el refugio de Áliva, es la ascensión al Pico de la Padiorna, con un desnivel contenido (630 mts) en 7 kms de ida y vuelta, y un terreno cómodo que nos permitirá correr pero que nos irá poniendo al tanto de las características del terreno de hierba y caliza de Picos de Europa. El premio serán unas vistas impresionantes sobre Fuente Dé y la vecina Peña Remoña en una actividad que nos va a llevar una mañana.
Otra posibilidad propuesta para completar nuestra visita más allá del KV es la vuelta – con ascensión opcional – a Peña Vieja, una impresionante mole caliza que preside la zona y que, una vez más, podemos atacar desde abajo (Fuente Dé), desde la estación superior del teleférico o desde el refugio de Áliva. Aquí el terreno empieza a ser más técnico, algo más severo. La vuelta puede realizarse en sentido horario o anti horario, aunque la mejor opción tal vez sea la anti horaria si no se conoce el terreno, dado que la sección clave del recorrido, la llamada Canal del Vidrio, sin ser demasiado técnica, si puede ser difícil de localizar si se viene desde arriba, sobre todo si la niebla hace acto de presencia en una zona en que los errores de itinerario pueden pagarse caros. Es mucho más evidente atacarla desde abajo (es más visible) cuando, además, estamos más frescos. La contrapartida es que el desnivel lo salvaremos de una forma más directa y, por tanto, más dura. Si nos decidimos por la posibilidad horaria, el ascenso es más suave y más variado, tomando al inicio el frecuentado camino de Cabaña Verónica hasta el desvío (indicado) que nos llevará hacia Peña Vieja por el Collado de la Canalona y su aguja homónima. Es esta sección deberemos informarnos del estado de los frecuentes neveros que persisten hasta avanzada la temporada. No descartar la posibilidad de cargar con unos crampones ligeros y, en cualquier caso, extremar las precauciones (la posibilidad de un resbalón con mala recepción está ahí). Una vez en la zona más alta, podemos optar por acabar de rematar el día con un evidente “sube/baja” hasta la cima (vale la pena) o quedarse simplemente con el recorrido circular.
A pesar de las maravillas que nos ofrece Picos de Europa en las zonas más altas, incluso los itinerarios más sencillos pueden convertirse en una pesadilla si la niebla hace acto de presencia o si en época estival se producen tormentas de tarde. Es especialmente importante estar informado de la evolución de la meteorología si vamos a aprovechar el territorio más allá del kilómetro vertical, en el que la organización velará por estos asuntos. Un día perfecto puede convertirse en pesadilla en pocos minutos.
Otro tema a considerar en las zonas altas es la ausencia de agua. Así como en los recorridos del fondo del valle tendremos acceso a agua sin demasiado problema (fuentes, riachuelos…) el agua es un bien muy escaso una vez dejamos atrás la estación superior del teleférico. Hay que prever suministro suficiente para la actividad.
Esta es una pequeña muestra introductoria de lo mucho que se puede hacer alrededor del Kilómetro Vertical de Fuente Dé, una zona en la que además tenemos oferta de sobra para hospedarnos (Parador de Fuente Dé junto al teleférico, Hostal Remoña en Espinama, una enorme oferta en la vecina Potes…) y también, por qué no, para actividades que van más allá de la actividad física, desde actividades culturales (ver posibilidades alrededor del Año Jubilar Lebaniego) y finalmente, y no menos importante, gastronómicas.
Cantabria tiene más por descubrir… Apetece ¿No?
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