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Impresionante. Grande. Desproporcionado. Gigantesco. Inconmensurable. Alucinante. Extraordinario. Hipnótico. Podríamos seguir con cualquier adjetivo que pretenda definir la magnitud de lo hecho. Más allá de los datos cuantificables es difícil hacerse una idea, sin tener al menos una modesta experiencia sobre el tema, de lo que “Alpine connections” representa.
MITOLOGÍA
Los seres mitológicos son sujetos imaginarios capaces de hazañas sobrenaturales.
El concepto “imaginario” es el único que no cuadra cuando hay que referirse a Kilian Jornet. Es un personaje de carne y hueso, aún joven, de buen trato, con la cabeza bien amueblada y humano con todas sus virtudes y defectos. Pero nadie va a negar (bueno… siempre estará el “décimo dentista”, el que recomienda el chicle con azúcar por llevar la contraria) que la capacidad de Jornet para realizar auténticas hazañas en su campo, actividades que para el resto de la humanidad son sobrenaturales, está ahí, y lo que es más: nunca deja de sorprender.
Se está convirtiendo en un tópico hablar del potencial de Jornet (que, a pesar de todo también es humano) pero, realmente, sus actividades nos llevan siempre en la misma dirección. Largo, corto, alto, bajo, técnico, a pie, en bici, esquiando, trepando, escalando, nieve, roca… Esta versatilidad, llevada a un nivel fuera del alcance de cualquier mortal, le permite plantearse actividades como “Alpine connections”. Probablemente lo más impresionante que, hasta ahora, Kilian nos ha ofrecido.
Es fácil, cayendo en la trampa de los números, pensar que una actividad cualquiera a, por ejemplo 8.000 metros, es más que lo que ha hecho Kilian por debajo de los 5.000. Pero es un error. En 19 días (16 etapas) concretados en 267h45:16, Kilian ha llevado a cabo lo que para muchos sería el sueño, el proyecto, de toda una vida: la ascensión a las 82 cimas de más de 4.000 metros de los Alpes. Ya ni nos planteamos la posibilidad de, además, unir las diferentes ascensiones a pie o en bicicleta.
¿Alpinismo? ¿Trail running? ¿Ciclismo? Visto desde cualquiera de las tres posibilidades la gesta es impresionante, pero sobre todo lo es desde una visión de conjunto y desde un punto de vista físico y mental. A pesar de la tecnicidad de algunas ascensiones (Las puntas de las Jorasses, Grand Pilier d’Angle…) ninguna de ellas es una gesta alpinística en si misma, del mismo modo que las distancias recorridas tanto a pie como en bicicleta no son nada que muchos se puedan plantear. Pero la suma de todo y la continuidad concentrándose en un lapso de tiempo equivalente al de las vacaciones de la mayor parte de mortales, es lo que hace que estemos hablando de una de las grandes gestas de la historia del deporte en la montaña.
Pero no hay que perder de vista – y eso no le quita el menor mérito – que detrás de Kilian Jornet ha habido un equipo logístico que ha funcionado como un reloj. Desde la acertada decisión de afrontar algunas de las cimas acompañado por amigos que, además, disponen de la solvencia técnica y física necesaria, a los que han trabajado para que podamos disfrutar de imágenes de algunas de las actividades, a los que lo han seguido desde abajo para avituallarlo y transportar el material y a los que, finalmente, han comunicado día a día la actividad de forma magistral. Gracias a todos ellos esto ha sido posible y lo sabemos todo.
¿Y lo siguiente? No sabemos. Las posibilidades, visto el potencial de Jornet, son enormes, pero – a pesar de que Kilian es Kilian – el terreno no deja de ser la montaña, y esta vez ha habido una suerte más que razonable con la meteorología. Y eso no siempre será así. Esperaremos a ver con qué nos sorprende la próxima vez.
Cualquiera que haya ascendido a alguna de las cimas del proyecto y pueda comparar su tiempo con el de Jornet, incluso sin tener en cuenta la acumulación de horas, metros y falta de sueño, verá que estamos hablando de un ser mitológico, real, pero mitológico.
“Chapeau” (una vez más)
