Primera de la temporada en un calendario que acumula ya 30 pruebas, The Last Lap Backyard Ultra se celebró este pasado fin de semana en Vilabella (Tarragona) con cerca de 200 corredores ávidos de comprobar hasta dónde eran capaces de llegar.
A VUELTAS CON LO DE CORRER
En un fin de semana agradable, no excesivamente frío, los corredores arrancaron el viernes a las 21:00 dispuestos a completar el máximo número de vueltas del circuito cada una de ellas en menos de una hora. Cada hora una nueva salida, hasta que el último decida que no puede más. Unas reglas que ya forman parte del imaginario de la mayor parte de corredores: adeptos a esta modalidad o no ya todo el mundo sabe qué es una Backyard y que es lo que se cuece en ese tipo de carrera, de forma que el paso de las temporadas ha ido desvelando auténticos especialistas de este tipo de pruebas en las que, más allá de la obvia resistencia física, es primordial la estrategia y el soporte y en las que, sin demasiados aspavientos, se ha creado un circuito nacional e internacional bien consolidado.
Como es habitual en este tipo de pruebas, los doscientos corredores iniciales fueron cayendo vuelta a vuelta, de forma que por la mañana, 13 vueltas después de la salida (13 horas por tanto) eran 68 los corredores que aún daban guerra, hasta que en la vuelta 21 abandona una de las 2 mujeres que quedan en activo (Gemma Avellí) de forma Cristina Bataller se declarará vencedora entre las mujeres completando una vuelta 26 en la que sólo quedan 10 corredores y viéndose obligada a abandonar en la 27 con problemas digestivos.
En la vuelta 33 ya sólo quedan dos corredores, Josema González y Raúl Romero, que mantendrán un interesante duelo hasta que en la vuelta 49 González se ve obligado a retirarse mientras que Romero entra en meta con un margen de 3 minutos y decide dejarlo ahí con más de 320 kilómetros en las piernas.
Una modalidad curiosa que, contrariamente a lo que se pueda pensar, ofrece un espectáculo interesante.