Una sexta edición de la Olla Vertical, una décimo quinta de la Olla de Núria y una primera, que probablemente será la última, de la Olla Nocturna han dado forma este pasado fin de semana al evento que acoge el que es una de las mejores medias maratones de montaña del calendario.
TRES CARRERAS, UN FIN DE SEMANA (Y LA TELE)
Tras la locura del pasado año propiciada por la cancelación de Zegama y el papel de la Olla de Núria en las Golden Traill como sustituta, este año todo ha vuelto casi a la normalidad, sin perder el privilegio de ser una de las tres carreras (de momento) que las últimas temporadas han sido retransmitidas por la televisión catalana. Porque con Golden Trail Series o sin, la Olla es la Olla. Sin comparar a nada con nadie.
El viernes se inauguraba el evento con la primera edición de la Olla Nocturna, una carrera corta (12kms) en la que se sube al Pic de Finestrelles (2.826 mts) desde el santuario de Núria por un lado (coll de Finestrelles) y se baja por el otro (coll d’Eina). Una carrera que salió con quince minutos de retraso por problemas con el acceso al santuario de algunos corredores (no olvidemos que sólo se puede acceder a pie o mediante el famoso tren cremallera) y en la que los afortunados que decidieron correrla vivieron una experiencia que sorprendió a la mayoría que disfrutó, a medida que ascendían, de un ocaso en altura realmente remarcable. Arriba, viento frío y oscuridad espolearon a los asistentes a poner la directa de bajada para llegar a meta en una carrera que ha tenido muchas dificultades para celebrarse debido a las limitaciones (una vez más) de los gestores del parque natural que impusieron un límite de cincuenta corredores en aras de un supuesto “bienestar animal”. Las cosas son como son y ya hemos escrito mucho al respecto en Revista TRAIL. En cualquier caso, en esta llamémosla “edición especial”, Roger Bella (1h18:36) y Erola Bisquert (1h34:36) se quedan con el privilegio de haberse llevado a casa las primeras posiciones y, tal vez, las únicas. El tiempo (o la administración) dirá.
Más allá de supuestas “agresiones al medio”, el sábado se celebró la sexta edición de la Olla Vertical, la carrera que asciende al Puigmal (2.914 mts) la punta más alta y, por tanto, la más popular de la zona, que ofrece a los corredores casi un millar de metros de desnivel (949 mts) en cuatro kilómetros, en un día radiante, fresco en las zonas altas gracias a un suave viento y en el que un joven Albert Pérez se plantó en la cima en 45:21 un tiempo muy rápido pero sensiblemente por debajo del tiempo récord de poco más de 42 minutos establecido por Pere Rullan la pasada edición. En chicas Sara Alonso entraba unos seis minutos más tarde (51:53) metiéndose en el top 10 de la general. Nada mal.
La Olla en la “tele”
Pero la gran fiesta es el domingo, el día de la Olla de Núria, la clásica que, saliendo del santuario de Núria, a prácticamente 2.000 metros, cubre el recorrido marcado por la cuerda que une las montañas que lo rodean, sin tocar ni un metro de asfalto ni bajar nunca de esa altitud “fetiche” que son, por estos lares, los dos mil metros. De hecho, un 70% de la carrera se mantiene por encima de los 2.700 metros. Pero más allá de datos fríos y objetivos (y , probablemente, conocidos por la mayoría de lectores) la Olla de Núria ha sabido mantenerse tras el momento estelar de la pasada edición, en la que su papel estelar en las Golden Trail Series como sustituta nada menos que de Zegama-Aizkorri, no dejó de ser un caramelo envenenado porque representó un plantel de corredores de primera línea no sólo difícil de ver en Núria, si no en ninguna otra carrera. Tras la explosión de nivel del pasado año quedó un poco esa sensación del “y ahora qué”.
Pues bien, el domingo quedó demostrado que la Olla de Núria es lo que es prescindiendo de circuitos. El domingo hubo mucho y muy buen ambiente; la meteorología obsequió a los asistentes con una ventana de buen tiempo, perfecto para correr, que aguantó hasta que, pasadas las dos del mediodía – ya con la carrera acabada y todo el mundo abajo – estalló la tormenta tal como Tomàs Molina, el popular presentador del tiempo de la televisión catalana vaticinó que sucedería – bajo un cielo ofensivamente azul – en el parlamento previo a la carrera. Los más escépticos tuvieron que agachar la cabeza y admitir la evidencia.
En carrera, un impresionante Oriol Cardona voló literalmente por el recorrido, con total autoridad y entrando en meta en 2h12:37, un tiempo que el año pasado lo hubiera situado en el Top 10 de los mejores corredores del mundo de esta distancia. De casta le viene al galgo: su padre, Joan Cardona, es uno de esos corredores históricos de finales del siglo pasado que estuvo entre los mejores del mundo. Su inmediato seguidor, Antonio Martínez no entró en meta hasta cinco minutos y veinte segundos más tarde.
En mujeres, Una imbatible Oihana Kortazar impuso su potencial y experiencia añadiendo a su historial, al tercer intento, una victoria en la Olla, entrando en meta en 2h42:11, tres minutos por delante de su seguidora en una carrera en la que, como es habitual, la categoría femenina fue reñida como para que en siete minutos entraran las cuatro primeras clasificadas. Por detrás de Ohiana: Malen Osa, Núria Gil y la veterana Anna Comet.
Cabe destacar la excelente retransmisión en directo a manos del equipo de la televisión catalana. Con un despliegue de medios pocas veces visto en una carrera por montaña y una experiencia añadida que, emisión tras emisión, el equipo de profesionales va vertiendo en cada nueva retransmisión. Podéis verla aquí.
Una edición redonda, de kilómetro cero, para celebrar una décimo quinta edición. Que siga.