Desde Revista TRAIL nos referimos a menudo al “ecosistema del trail”, esa estructura de organizaciones de todo tipo, estilo y dimensiones, que conforman la base social de nuestro deporte. Entre ellas, hay auténticas obras de orfebrería que aúnan territorio, pasión y buen hacer y que son la verdadera base de la afición al trail.
SUMA DE FACTORES
Rialp Matxicots, es un evento organizado en el Pirineo catalán que esta vez ha visto su décimo tercera edición, después de haber sido votado, desde el perfil de Facebook de la web “Ultres Catalunya” como el mejor ultra catalán. Matizable o no el veredicto (no por erróneo, si no por la exclusión de otros igualmente merecedores de reconocimiento) es fácil entender el por qué del éxito entre el corredor popular de esta carrera.
Organizada desde siempre con un cuerpo de voluntarios y el soporte del propio ayuntamiento de Rialp, el evento cuenta con varios ingredientes que lo convierten en una apetecible posibilidad para disfrutar de una carrera por montaña. Una suma de factores que conforma un gran evento.
Para empezar, la ya mencionada organización, que se vuelca en la atención al corredor, pero sin perder de vista la seriedad, con un sistema de gestión de carrera excelente y una aplicación rigurosa del reglamento cuando toca, como en la entrega de dorsales a corredores no titulares del dorsal solicitado… A partir de ahí, voluntarios en todos los puntos altos y collados controlan el paso y dan soporte a los corredores que se las ven con una carrera de una distancia “comedida” (50 kilómetros; atención a las comillas) con la que llenar de sobras un día disfrutando de un recorrido duro (no se echa en falta más distancia) y técnico con un porcentaje alto por encima de los 2.000 metros que supera en un par de puntos los 2.800, con secciones técnicas y pedregosas pero espectacularmente bonitas (travesía Montsent de Pallars / Montorroyo), divertidas (descenso del Montorroyo) y muy duras para los cuádriceps (el largo descenso tras Les Picardes) que ofrecen al corredor todo lo que se puede pedir en una carrera por terreno de alta montaña, en un recorrido cuya parte central – la más alta – se ve protegida por la posibilidad de una fácil escapatoria descendiendo, si fuera necesario, hacia la derecha en sentido de la marcha, para llegar hasta la pista que une el control del Coll del Triador hasta el de la Mainera, de donde una posible evacuación sería relativamente sencilla.
Una posibilidad que no resta seriedad a un recorrido de alta montaña en el que, habitualmente, las zonas altas se ven castigadas por el viento y, a menudo, la niebla. No hay que olvidar que nos movemos bastante por encima de los 2.500 metros de altitud.
Más allá de la prueba reina, la organización ofrece una media maratón y una carrera popular de 10 kilómetros, amén de las correspondientes carreras para los más pequeños el domingo por la mañana. Todos tienen lo suyo, tanto desde un punto de vista deportivo como social y festivo, con un concierto de final de carrera, a manos de una excelente banda (Orquesta Motherfucker) con un brillante repertorio de clásicos y que acompañó, al bajo, los rítmicos aplausos del público en la entrada del último corredor, que dispone de hasta catorce horas para completar el recorrido.
Un sábado completito de los que hacen afición.
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