Que en muchos eventos los ultras van a la baja es una realidad tangible. Que las distancias que triunfan a nivel popular están claramente por debajo de los 100 kilómetros también lo es. Pero algunos eventos han sabido (o podido) generar ese “algo más” que les permite mantener alto el estandarte de la ultradistancia y seguir llenando año tras año, cumpliendo el sueño de muchos corredores: los míticos 100 kilómetros en el historial personal.
AÑORANDO EL OTOÑO
Porque, no nos engañemos, a pesar de lo que el sentido común dicte (o debería dictar), pocos corredores negarán que una carrera de cien kilómetros es una especie de objetivo vital, algo que muchos saben que algún día probarán, sin que esto quiera necesariamente decir especializarse en este género de pruebas.
Cien kilómetros son, para muchos, un broche de oro a un historial. Lo que durante muchos años ha representado una especie de obsesión coleccionadora que ha llevado a muchos al retiro por lesión o, simplemente, por desmotivación. Actualmente, una aproximación más atlética, más técnica, tal vez menos pasional al mundo del trail, es lo que probablemente ha llevado a este uso más racional de la larga distancia de talla grande. Eso implica contención a la hora de aventurarse al desafío, algo que sufren muchos eventos que ven mermadas sus inscripciones.
Pero siguen existiendo esos eventos que, por la razón que sea, se saltan todas estas teorías sin problema, y Salomon Ultra Pirineu es uno de ellos. Año tras año las inscripciones, hasta los límites acordados con la administración, se completan en una carrera que, y ahí está tal vez el secreto, muchos sienten como suya, con un recorrido popular practicable por etapas (tiene su origen en la popular travesía senderista “Cavalls del Vent”) lo cual facilita un posible reconocimiento previo, un itinerario que está a una distancia contenida de grandes núcleos habitados como los del área metropolitana de Barcelona, por ejemplo, Esto supone literalmente millones de personas a una hora y media de la línea de salida. Además, Bagà – centro neurálgico del evento – está en una zona (la comarca del Berguedà) históricamente muy vinculada a la actividad en la montaña. Del mismo modo que lo está a su vecina comarca del Bages. Más puntos a favor.
En definitiva, el trazado de Salomon Ultra Pirineu recorre un territorio casi venerado por muchos corredores de montaña que es cuna y origen de las andanzas de Kilian Jornet. Un territorio que incluye el Pedraforca, macizo que rodea y que es una de las cimas emblemáticas de Catalunya. Un recorrido que muchos sienten como propio, al punto que a la cita acuden puntualmente corredores que ya apenas participan en carreras, pero que se reservan este fin de semana del año para revivir esta experiencia en concreto.
A todo esto, añadiremos una organización profesionalmente impecable, el apoyo de estamentos públicos y privados – el evento aporta mucho al territorio – y la colaboración – esta vez si – de una dirección del parque natural con la que hay buena comunicación. Salomon Ultra Pirineu tiene muchos factores a favor para ser lo que es y, aunque muchos ultras tienen alguna de estas características: buen recorrido, buena organización, apoyos, potencial de corredores interesados… pocos los tienen todos. Y cuando todo va en la misma dirección, pasa lo que este fin de semana se dio en Bagà: una verdadera fiesta con cerca de un millar de corredores en cada una de las pruebas celebradas: los 100K, la maratón y la media.
Pero no necesariamente todo está a favor… por suerte la montaña impone (e impondrá esperemos) sus reglas, y esta vez decidió que lo que tocaba, el último día de septiembre ya en otoño, eran temperaturas de verdadera canícula, dignas del infernal verano que acabamos de ¿Dejar atrás?
Unas temperaturas que se dejaron sentir incluso en el clásico kilómetro vertical inaugural, la Nit Pirineu, celebrado el viernes por la noche en la vecina estación de esquí de La Molina y en el que, ni siquiera en la cima dio la sensación de estar en pleno otoño. Una prueba que se llevaron Gabin Ageron (0h35:16) y Marta García (0h44:38) en una noche a modo de homenaje a Lluís Breitfuss, fallecido hace unos meses e históricamente muy vinculado a la organización de la carrera desde sus inicios (fue el responsable de la implicación de la estación de esquí en la carrera) y que verá su nombre en adelante en la Nit Pirineu, que otorgará el “Trofeo Lluís Breitfuss”
Esas mismas temperaturas pasaron factura a muchos de los que a las 5:30AM (100K) y luego a las 9:00AM (42K) salían de Bagà dispuestos a enfrentarse a los desniveles de la Serra del Cadí. Ni siquiera en las primeras horas – aún de noche – ni en las zonas más altas – el Niu de l’Àliga por ejemplo – la temperatura llegó a bajar de forma significativa. Cabe remarcar que el Niu de l’Àliga, en la cima de la Tossa d’Alp (2.510m) es un lugar habitualmente frío.
Así pues, tanto en la ultra como en la maratón, las bajas se sucedieron tanto entre populares como entre élites, que vieron como la mayor parte de los grandes favoritos se iban quedando por el camino a menudo por problemas estomacales probablemente vinculados al calor, como una de las estrellas, Stian Angermund, el actual rey de la distancia maratón en montaña, que se estrenaba en los 100K y que mantuvo una carrera mucho más que digna en el grupo de cabeza hasta que sorprendentemente, a muy pocos kilómetros de meta, se vio obligado a abandonar. O Pere Aurell que, después también de llevar a ratos la batuta de la carrera se quedó en Gòsol, el gran avituallamiento del K61,5 en el que muchos deciden quedarse.
La épica del día la aportó Núria Picas quien saliendo como favorita, y corriendo “en casa” en una carrera que ya la ha visto varias veces en el podio, pinchó duramente y, a pesar de todo, decidió acabar la carrera como fuera “por respeto a la gente que ha venido a animar, por estas montañas y por esta carrera” en sus propias palabras. Una carrera que hizo en buena parte andando y que la llevó a meta en 14h38:46 (un tiempo que, por otro lado, muchos quisieran…) lejos de las 12h12:40 de su última participación.
En hombres, un sorprendente Miguel Arsénio (10h37:50) – en la foto de encabezamiento -se impuso con autoridad por delante de un incombustible Miguel Heras (10h53:24) que siempre ha tenido una relación muy estrecha con este ultra catalán y de Rodrigo Monasor (10h59:07).
En mujeres, Marta Molist mantuvo el tipo y el ritmo a medida que se sucedían los incidentes entre las que apretaron desde la salida y se plantó en meta en 12h30:16, claramente por delante de Mercedes Pila (13h04:44) y Ragna Debats (13h12:20).
La prueba de 42K vio un interesante duelo entre Robert Pkemoi (3h28:07) -que ya venció el año pasado- y Roberto Delorenzi (3h32:01) que entraron por delante de Víctor del Águila (3h42:18).
En mujeres Júlia Font (4h17:41) se impuso claramente a Inés Astrain (4h24:41) y Ruth Croft (4h24:42) en una carrera en la que, dados los ritmos más altos, se sufrieron especialmente las temperaturas.
Finalmente, el domingo por la mañana la media maratón puso el broche final a un gran fin de semana con el aporte de velocidad de los más jóvenes (y algunos no tan jóvenes) de la media maratón, en la que Miquel Corbera (1h28:36) se impuso al corredor local Jan Torrella (1h29:20) y, por otro lado, Rosa María Feliu (1h48:02) entró por delante de Caitlin Fielder (1h50:48) la corredora de Salomon responsable del diseño de la camiseta de esta edición.
Está claro que algunos eventos tienen la capacidad de generar ese “algo más”, un concepto es a veces incluso irracional – como las mejores cosas de la vida – y que, por ahora, Salomon Ultra Pirineo tiene y sabe cuidar. Que siga la fiesta.
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