Si algo tiene de bueno el trail running, más allá de los tópicos de deporte (salud, esfuerzo y tal) es el descubrimiento y disfrute de lugares especiales. Parad a pensar en una lista de sitios que os vienen a la memoria cuando, en un momento bajo, piensas “ahora mismo me gustaría estar ahí”. Si no tenéis en la lista los bosques de la Ribeira Sacra, os falta algo esencial.
UNICORNIOS
La cultura gallega, en su origen celta, siempre ha estado vinculada a lo mágico, a las meigas y los druidas, a lo intangible, a lo que no se ve pero se siente, a una comunión muy cercana a la tierra y la naturaleza. Y en esta vida, desde que el mundo es mundo, todo tiene una razón de ser.
El Trail Ribeira Sacra es una tesis doctoral sobre el porqué de esa forma de ver el mundo y de relacionarse con el entorno, con un recorrido conformado en un porcentaje muy importante por terreno boscoso, pero no un terreno boscoso cualquiera; a poco que le pongamos un poco de imaginación, es el escenario perfecto para cuentos de hadas, elfos y enanos que, en cualquier momento podrían aparecerse en un recoveco del sendero – o que tal vez están ahí, observándonos, y no los vemos… -. Este año, además, la abundante agua acabó de dar el toque de vida a un entorno ya de por si repleto de ella.
Es fácil entender porqué en la antigüedad se desarrollaron las creencias en las que se basa la cultura celta, y son curiosas las coincidencias entre las zonas donde esa cultura fue más fuerte, por separadas que estén unas de otras (Galicia vs Irlanda, por ejemplo). En todas hay un escenario, los bosques, que invitan a una visión mágica del mundo.
Pero en nuestros tiempos esa visión mágica tiene un límite y los 48K y 3.500D+ de la carrera despiertan del sueño a cualquiera que se enfrenta a ellos. El Trail Ribeira Sacra ofrece un continuo de subir y bajar, en terreno no siempre fácil, hasta una última parte, algo más corredora que permite acelerar a los que están en disposición de hacerlo sin olvidar que, tal como la carrera se inicia de bajada, el final será de subida. No mucha, pero la suficiente para que ese kilómetro y medio final se haga sentir.
Con cerca de cuatrocientos participantes, la octava edición de la carrera arrancaba a las ocho de la mañana del domingo, aún oscuro (estamos en el oeste) con el aliciente de un premio en metálico para quién batiera el récord de la carrera (Álvaro Escuela 5h22:25) y un claro favorito: un Jesús Gil en buena forma que una semanas antes se había proclamado sub campeón del mundo de Skyrunning, y que se vio obligado en la primera parte de la carrera a perseguir a un Rubén Diéguez que no le puso la cosa fácil a Gil pero que al final cedió hasta la cuarta posición. Finalmente, Gil se impuso con autoridad en meta (5h12:53) por delante de Alejandro Mayor y de José Manuel Gil, llevándose por delante el mencionado récord.
En mujeres, Yasmina Castro (6h38:31), vencedora de la pasada edición, volvió a hacerlo este año tras dominar, una vez más, toda la prueba de principio a fin, por delante de Carolina Niño y Alejandra Seoane.
Y más allá de bosques, magia, kilómetros y desnivel, el Trail Ribeira Sacra guarda una sorpresa final en forma de banquete – que no avituallamiento – al final. Si no fuera poco con el despliegue que el parador de Santo Estevo ofrece en el kilómetro 16, tanto a nivel de suministros como de servicio, una vez cruzada la meta el corredor se encuentra con un dispositivo más propio de una boda que de un avituallamiento: jamón recién cortado, fabada recién preparada, pulpo a la gallega recién hecha, empanada gallega… la lista es interminable, como lo es la capacidad de producir y servir comida de los colaboradores. Y todo esto hasta el final de la carrera, durante toda una tarde en que todos se dan cita en la “trasmeta” para charlar, reír y comer. Lo que viene siendo una verdadera fiesta del trail.
Pero, a pesar de todo y de alguna manera, la mente ha quedado marcada por esos bosques mágicos en los que hemos sido observados con sorna, por las criaturas que lo habitan.
Porque, si los unicornios existen, habitan en los bosques de la Ribeira Sacra.