Unos pocos amigos, muchas ganas y un territorio que acompaña, son un buen punto de partida para una carrera. Es una fórmula base para muchas de las carreras que pueblan el calendario. En Ribeira Sacra se dan todos los ingredientes para disfrutar de lo que ellos llaman “gastrotrail”, una expresión curiosa para una idea basada, más que nunca, en el territorio.
BOSQUES MÁGICOS o «NO ME PASÉIS HAMBRE»
La Ribeira Sacra, en la provincia de Ourense, esconde parajes realmente interesantes, y de ellos se nutre el recorrido del trail Ribeira Sacra. Son 48 kilómetros con salida y llegada en Luintra que tienen como eje argumental el cañón del río Sil, principal afluente del Miño, y que, más allá del cañón – y por encima de él en nuestra opinión – es un auténtico catálogo de bosques de ensueño (que en años de pluviosidad normal deben ser la bomba) que, a pesar de lo técnico del terreno en general, son un deleite para la vista y la mente.
Séptima edición de una carrera de estructura modesta pero entusiasta que ha sabido encontrar el giro argumental necesario para hacerla diferente de otras carreras basándose en el producto del territorio, con una bolsa del corredor digna de un viaje al “súper” y un colofón final en un avituallamiento de meta que muchos quisieran en una boda: barra libre de embutidos, quesos, empanada, fabada, pulpo, bebida – todo con las correspondientes versiones sin gluten y para veganos – e, incluso, música en directo. Todo ello dispuesto como si de una celebración se tratara bajo la correspondiente carpa que, de normal, protege al personal de posibles precipitaciones y que este año dio cobijo ante un sol de justicia que puso las cosas muy difíciles a los que se lanzaron, a las ocho de la mañana – aún oscuro; estamos en el oeste – a recorrer un circuito técnico con rincones de los que podría aparecer en cualquier momento un gnomo, un hada o un unicornio.
Calor y humedad son una combinación difícil de gestionar ante el esfuerzo físico, a pesar de que, en buena parte del trayecto, robles y castaños protegieran a los corredores del Astro Rey (pero no de la humedad). En casi todos los avituallamientos se recurrió al pertinente barreño con agua y una gran esponja para refrescar la cabeza de todo el que lo necesitara, en una carrera con sorpresas como el avituallamiento del Parador de Santo Estevo – en el kilómetro 16,7 – que, como colaborador de la carrera monta un auténtico desayuno a la entrada del parador al servicio de los portadores de dorsal. Nada mal.
Con un desnivel acumulado más que respetable, el Trail Ribeira Sacra no es una carrera fácil, todos esos “lujos” hay que ganárselos a fuerza de cuádriceps en un fin de semana de octubre en el que la coincidencia con otras pruebas importantes y un acceso difícil desde buena parte de la península hacen que la prueba no brille (a nivel de popularidad) como debería. La inauguración del AVE a Ourense (hace un par de años) tal vez llegue a paliar la dificultad de acceso desde las zonas con más afición al trail de la Península (tradicionalmente más al este), aunque la presencia de un nutrido grupo de corredores canarios en esta edición, deja claro que la situación geográfica de la carrera no es necesariamente un problema a la hora de ir a descubrir, corriendo, la zona. Sobre todo si, como Álvaro Escuela (5h22:25) y Yasmina Castro (6h18:52), ambos canarios, se aprovecha el viaje para plantarse en primera posición en meta o, como Tomás López (10h23:44) aprovechas que eres un feliz jubilado de ¡75 años! Para darte el gusto de hacer un poco de ejercicio antes del festín final en la Ribeira Sacra.
Parafraseando a un miembro de la organización “no me paséis hambre”.
GALERÍA FOTOGRÁFICA