La última semana de agosto en Chamonix, como siempre, ha dado para muchas lecturas. Marcada por un tiempo clemente pero anormalmente cálido, las multitudes han vuelto al Mont Blanc para cumplir sueños, acompañar a los que los cumplen o, simplemente disfrutar de un espectáculo que está asegurado.
TRIUNFO POPULAR
Es una semana intensa, llena de carreras por un lado y actividad publicitaria y comercial por otro, para aquellas marcas que aprovechan el momento para presentar sus novedades en el que, ya hace años, se autodefinió como el “Sommet mundial du trail” (la cima mundial del trail), un eslogan que resume perfectamente lo que esa semana representa.
Esta edición con una apuesta importante para fomentar la movilidad en transporte colectivo, con carreteras cortadas durante las pruebas con más afluencia y restricciones de aparcamiento, pero con una red de transporte público muy reforzada y, en algunos casos aumentada y modificada especialmente para el evento, y con pases de transporte gratuitos para los alojados en el valle ¡ Y esta vez con un funcionamiento en condiciones normales del túnel del Mont Blanc! cuyo aumento de tráfico el año pasado (a causa del cierre del túnel del Fréjus, más al sur) provocó no pocos quebraderos de cabeza a los organizadores e incomodidades a los asistentes en forma de largas, larguísimas colas para cruzarlo. Esta vez, la espada de Damocles cae un día después de la clausura del evento en forma de cierre temporal del túnel: en los próximos diez años el túnel permanecerá cerrado durante el otoño, reabriendo para la temporada de nieve. Una solución salomónica para permitir el necesario mantenimiento de la estructura afectando el mínimo posible la actividad de la zona.
Pero más allá de imperativos estructurales, el evento se inauguró el lunes por la mañana con la salida, a las 8:00 de la PTL, la gigantesca prueba que, a lo largo de 300K y 25.000D+ pone a prueba las capacidades técnicas y de resistencia de los equipos (de 2 o de 3) que se atreven con ella y que, en el mejor de los casos (los hermanos Gabioud) llegaron a la meta el viernes en un estratosférico tiempo de 99 horas y 35 minutos, habiendo parado a dormir un poco para no llegar de madrugada a un solitario arco de meta.
El mismo lunes, la MCC marcó el día “homenaje” a los voluntarios y gente del lugar, que tienen preferencia a la hora de inscribirse y, sobre todo este año a los componentes del Team Adaptive, un equipo compuesto por atletas con dificultades funcionales que vio como Pol Makuri, un referente, completaba los 40 K en 5 horas a pesar de su lesión provocada por una parálisis cerebral, o como Vasu Sojitra, completaba el recorrido en 8h48:30 (1049 de 1090 corredores) con una sola pierna…¡Y con muletas!
El mismo lunes a medianoche, arrancó de Courmayeur la TDS. Una fantástica y dura carrera que no acaba de encontrar su lugar en la programación de una semana muy enfocada a las UTMB World Series, pero que tiene entidad, y belleza, suficientes como para que seguir ahí demostrando que no todo acaba en el Mont Blanc. Una carrera que ya sentó el precedente de la semana con episodios de calor realmente asfixiantes que se llevaron por delante la ilusión de muchos y con un corredor, Thibault Marquet, que se impuso (18h59:36) casi una hora por delante de su inmediato seguidor Alban Berson.
Una vez finalizada la TDS (44horas), el jueves empiezan las finales de las UTMB World Series, con los 50K de la OCC, la carrera “corta” (apréciense las comillas) y rápida (sin comillas) en la que la élite de lo que en montaña es la media distancia ofrecen un verdadero espectáculo de potencia física y velocidad en una carrera nacida para que Suiza se sintiera más vinculada al evento, y que con los años se ha convertido en un referente de esa distancia que va un poco más allá del maratón estándar y que ofrece espectáculo garantizado.
Viernes empieza con la que inicialmente fue la “hermana pequeña del UTMB”, la CCC que, con sus 100K son una especie de antesala para todos aquellos que, en un futuro, quieren brillar en el UTMB: muchos de los que obtienen buenos resultados en la CCC acaban dando el salto, en una carrera que comparte del recorrido con su hermana mayor y que es un buen banco de pruebas para reconocer la parte del recorrido donde realmente empieza la carrera en el UTMB, que arrancó puntualmente a las 18:00 de Chamonix con una extraordinaria multitud agolpada en las calles y los primeros kilómetros de carrera presta a vivir la emoción de la salida más espectacular que, actualmente, puede ofrecer un evento de trail running. Más allá de una coreografía y unos tempos más que pulidos durante ya veintiuna ediciones, los minutos previos a la salida en Chamonix son momentos de una intensidad que hay que vivir como mínimo una vez en la vida para poder opinar después. La multitud, la música, la maestría de los “speakers”… y, finalmente, ese gran momento en que 2.761 corredores este año arrancan formando una serpiente en la que varios minutos separan a los primeros de los últimos.
Y ahí van, los élite por delante y el resto, en un grupo que se estirará hasta que los tiempos del final doblen al de los de delante. Kilómetros de trámite el viernes por la noche, con tramos festivos en Saint Gervais y, sobre todo, en Notre Dame de la Gorge, donde, antes de que los corredores se sumerjan ya en el silencio de la montaña camino de Italia, cruzan lo que sería un pequeño “Zegama nocturno”, en un estrecho pasillo de gente que entre gritos y música apenas deja paso a los corredores que se preparan para afrontar el resto de la noche camino del punto de inflexión de la carrera: Courmayeur, donde empieza verdaderamente el duelo entre los que tienen alguna posibilidad de ganar, donde suelen quedarse muchos de los “favoritos” y donde los que resisten empiezan a poner a prueba su potencial y el de los rivales.
Y así este año, tras una cabeza de carrera nocturna liderada por Jim Walmsley, flamante ganador de la pasada edición y claro favorito, empezaron los abandonos significativos, entre ellos el del propio Walmsley o Blanchard, Aurell, Capell, Mityaev… de forma que, en un año difícil en la relación de UTMB y los corredores profesionales, en un año en el que Hoka, el patrocinador principal, ha promovido la “Hoka prize purse”, una nada despreciable dotación de premios en metálico para los diez primeros clasificados (hombres y mujeres) de cada carrera en un claro gesto para motivar a los corredores profesionales… en este año precisamente, un popular (entendiendo como popular alguien no patrocinado) Vincent Bouillard, empieza a destacarse de forma que, tras Champex Lac, pasa por los pastos de Bovine con media hora de diferencia sobre su inmediato seguidor, entrando finalmente en meta por debajo de la mágica barrera de las veinte horas (19h54:23) a pesar de haber sido detenido en La Flégère para un control de material (que se hubiera podido hacer en Chamonix sin tener que interferir en la hazaña que estaba llevando a cabo el corredor). Así pues, un popular, trabajador de Hoka, que en meta manifestó pocas intenciones de ser patrocinado, que afirma disfrutar de la libertad de elegir dónde, cómo y cuándo corre y que, por no tener, no tiene ni perfiles en ninguna red, se llevó esos 20.000€ que estaban destinados a motivar a la élite; una élite de la que, deportivamente, está claro que Bouillard forma parte…
Entre las mujeres, una vez más, una estrella brilló de forma espectacular. Una espectacular Katie Schide que, sin despeinarse, y a pesar de ser también sometida a un inoportuno control de material en La Flégère, se plantó en meta en la décimo tercera posición de la general, marcando el mejor tiempo hecho nunca por una mujer en el UTMB (22h09:31), cuarenta minutos por delante de su inmediata seguidora, una corredora de la solvencia de Ruth Croft.
Y tras las llegadas del sábado por la tarde, un verdadero espectáculo desde cualquier punto de vista, el degoteo de corredores sigue toda la noche hasta que el domingo por la mañana se llega a la culminación de lo que representa el UTMB: literalmente la consecución de lo que para muchos es un sueño. A aquellos que no se quedan por el camino por el calor, cansancio, un mal día… en meta les esperan risas, gritos, lágrimas, recibimientos multitudinarios, propuestas de matrimonio… todo tiene lugar en un arco de meta, a ratos muy caótico, en el que nadie quiere irse sin la foto de recuerdo de una experiencia vivida que, para muchos, marcará un antes y un después.
Guste o no esto es “Le sommet mundial du trail”.
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