Tras dos ediciones canceladas, es decir, tres años desde la última celebrada, el mundo tenía ganas de Zegama, y el Karma de los que se lo merecen ha obsequiado a la pequeña población vasca con un fin de semana mágico en el que todo ha confluido en una carrera histórica que nunca será recordada como una edición más.
MÁS Y MEJOR (SI CABE)
Hay muy pocas carreras, sobre todo si tienen como eje central del recorrido el ascenso a una cima, que sean nombradas o mencionadas simplemente con el nombre de la población que las acoge. Muy pocas. Normalmente el nombre hace referencia a la cima en cuestión como punto emblemático, o es una denominación más o menos comercial, adjudicada con más o menos fortuna.
Zegama es una de las elegidas. Una carrera que, vinculada a una pequeña población de irreductibles organizadores enamorados de su territorio, ha dado a ese pequeño núcleo una proyección internacional inimaginable. El sueño (imposible) de muchos.
Pero esto no es nuevo, todo el mundo sabe que “Zegama es Zegama”.
Y esta edición 2022 ha completado el puzle de las grandes carreras del calendario: Zegama quedaba como la única gran carrera que no se había podido celebrar tras la dichosa pandemia (y los que el domingo estuvieron entre el público entenderán por qué…). Era la pieza que faltaba, el tornillo que permite que la rueda gire, ahora sí, con normalidad. Y, además, como premio al tesón y al trabajo bien hecho, los dioses han conjurado en su marmita una mezcla que se ha revelado explosiva: muchas ganas de Zegama (muchas) tras tres años, un Kilian Jornet en estado de gracia acompañado, por si fuera poco, de la expectativa generada alrededor de su nueva marca de material, un gran plantel de primeras espadas como viene siendo normal en las carreras de las Golden Trail Series, una impresionante retransmisión en directo desde Euskal Telebista, Tv3 Esports 3 y el canal de Youtube de las Golden Trail Series y, para acabar de redondearlo todo y homenajear a una organización perfecta, un tiempo excelente y unas condiciones rápidas como pocas veces se ha visto en Zegama.
¿El resultado? Los que tienen referencias en algunas ediciones pasadas de la carrera y pueden comparar estarán de acuerdo en que, a pesar de lo impresionante que siempre es el papel del público en sectores clave de la carrera como Sancti Espiritu, nunca se había visto nada como esta edición. Brutal. Todo estaba sobredimensionado: las ganas, las expectativas de récord, la admiración por el que, sin ninguna duda, será el mejor corredor de montaña de todos los tiempos por mucho tiempo y, sobre todo, la cantidad de público congregada en una ceremonia colectiva de culto al esfuerzo, en una especie de catarsis en la que el público – la multitud – gritó y animó como, literalmente, hacía años que no podía hacer. Era como un “ponerse al día” en la tradición de animar del primero al último como si no hubiera un mañana.
Una multitud que, curiosamente y a pesar de las ganas y la cantidad, estuvo más “ordenada”, de forma que en casi todo momento, durante la espera, el estrecho sendero de Sancti Espiritu estuvo libre, a diferencia de otras ediciones en las que la multitud lo invade y se va abriendo – cual Mar Muerto bíblico – a medida que pasan los corredores. Un dato curioso que nos llamó la atención a más de uno.
En cuanto a lo deportivo ¿Qué decir que no se sepa ya? Un Kilian en estado de gracia estableció un registro que de seguro permanecerá intocado durante mucho tiempo hasta que se vuelvan a dar las mismas condiciones con alguien que esté a su nivel (difícil): 3 horas, 36 minutos y 40 segundos para la posteridad.
Pero bajo la sombra de Jornet, no hay que olvidar que el segundo clasificado, Davide Magnini, también entró en tiempo de récord y que, mucho más impresionante, quién verdaderamente fulminó el récord anterior fue Nienke Brinkman: viniendo del atletismo y con muy poca experiencia en montaña, dejó atrás el anterior récord ostentado por Maite Maiora, mejorámdolo en ¡18 minutos! con un impresionante registro de 4h16:43. Y lo mejor: no sólo la segunda clasificada (Maude Mathys) si no también la tercera (Sara Alonso), dos debutantes en Zegama, entraron en meta en tiempo de récord.
¿Quién da más para una próxima edición?