Es normal en el mundo de la automoción disponer de un modelo básico al que se le añaden extras. Zegama-Aizkorri es un modelo de gama alta al que se le pueden poner muchos complementos, algo que de entrada está bien, pero cuando se entrega la unidad, con todos los extras y la potencia máxima, la cosa asusta un poco…
CON TODOS LOS EXTRAS
Desde 2016 no se vivía una Zegama-Aizkorri con toda la esencia, con todo aquello que se espera de Zegama como concepto. Hay ciertos ingredientes que siempre están ahí. La pasión tanto de corredores como de organizadores y público no falla nunca. El interés deportivo también acude siempre a la cita, con corredores de primera línea dispuestos a disputar un récord realmente difícil de batir. La belleza del recorrido está siempre ahí, con carrera o sin…
Pero, además de todo eso, pensar en Zegama-Aizkorri es añadir, de forma natural, el elemento meteorológico: la lluvia – a la que el territorio debe el verde – y, por tanto, el barro. Un barro en el que, de una forma u otra, todos sacamos nuestro lado más infantil y, lo reconozcamos o no, disfrutamos de alguna manera. Eso a pesar de que no necesariamente la mayor parte de las ediciones de Zegama-Aizkorri se han llevado a cabo bajo la lluvia. Pero esa es otra historia.
En cualquier caso, la previsión meteorológica ya estaba clara desde los días previos, y obligó a la organización a calentar motores en una prueba previa ya clásica – Zegama-Aizkorri Kilometro Berticala -que tuvo que ser más corta y, por tanto, a más revoluciones. Del mismo modo que se hizo en 2018 por riesgo de elemento eléctrico en la zona alta, el KV vio su meta en el interior del bosque, en un recorrido más corto sin sección neutralizada al principio, que obligó a replantear el ritmo a los participantes, algo que no todos gestionaron bien; unos metros finales pendientes y embarrados vieron a corredores resbalando, con la aguja en la línea roja de las revoluciones y dándolo todo, porque esa es la esencia de un KV, largo o corto: darlo todo, y el del viernes no defraudó en ese aspecto. Un KV que se llevaron esta vez José Antonio Bellido 33’10” y Naiara Irigoyen 38’42”.
Tras un sábado de preparación con chaparrones constantes (por aquello de ir preparando el terreno) y la decisión de la organización de modificar el recorrido de la carrera en el cresterío posterior al Aizkorri, llegó un domingo que inauguró el día con una fuerte lluvia bajo la cual la organización ultimaba los detalles de la instalación de la salida. Una lluvia que sólo dio tregua en algunos breves momentos de forma intermitente sólo para volver a arrancar sin disminuir la intensidad, amenizando los momentos previos de una edición de Zegama-Aizkorri con todos los extras. La versión completa. Algo con lo que muchos sueñan cuando piensan en Zegama-Aizkorri y optan al sorteo de un dorsal (algún corredor de esta edición lo consiguió al undécimo intento…) pero que, en el momento de la verdad, asusta. Muchos corredores no tenían muy claro cómo vivirían las condiciones en el recorrido y, sobre todo, en la zona del Aizkorri.
Pero tras las ceremonias previas – Aurresku incluido – el pistoletazo de salida acelera las cosas y se deja de pensar. La máquina está en marcha y cada uno hace lo que le toca hacer: los corredores, correr y el público desplazarse hasta donde sea. Esta vez, mucha gente optó (sabiamente) por no ir hasta el Aizkorri – donde las condiciones no eran precisamente agradables – y quedarse en Sancti Espiritu, muchos de ellos partiendo a pie desde Zegama en una caravana de caminantes espectacular que, durante más de un kilómetro ocupó el carril izquierdo de la carretera de salida del pueblo. Tan impresionante como la propia carrera. Las condiciones propiciaron menos ambiente de público en la cima, pero, por otro lado, propició una afluencia de gente espectacular en el km.20 a pesar de la niebla y la lluvia. Es difícil de cuantificar (no vamos a hacer bromas fáciles sobre contar gente en una concentración en función de quien cuente) pero tras algunos años de experiencia en esta carrera, la percepción de que la cantidad de gente en Sancti Espiritu era superior a las pasadas ediciones es clara. Gente, como siempre, dándolo todo para animar a cualquiera que pasara por allí, desde los corredores -naturalmente- cuando llegaron, al “camera man” que durante la espera daba pasadas haciendo pruebas bajo el clamor de un público impaciente por animar a alguien. La fiesta de Zegama.
Y mencionar al “camera man” obliga a una pequeña parada y hacer una mención especial al equipo encargado de la emisión en directo de la carrera. Es probable que, en un mundo en el que confiamos en que la tecnología nos lo haga todo, no tengamos la más mínima conciencia de qué implica poder ver en la televisión una carrera por montaña y, concretamente, esta edición de Zegama-Aizkorri. Empieza a ser normal poder presenciar el desarrollo de una carrera en una emisión en directo, pero, hasta ahora, siempre ha sido en condiciones clementes y, este fin de semana, ha sido de todo menos eso. Esto plantea muchos problemas: la niebla limita mucho las posibilidades de los drones, con lo que uno de los principales recursos de la emisión queda limitado, y todo recae en las posibilidades de los “camera man”, que son los que son y que ven mermada la calidad de recepción de las imágenes y que tienen que proteger al máximo del agua las mochilas con los emisores y sus antenas que llevan a la espalda. A eso sumaremos la dificultad de correr ante (o tras) un corredor de élite durante una cantidad significativa de metros y más, teniendo en cuenta el estado del terreno. No olvidemos que, además de correr manteniendo el ritmo y de no caerse -algo difícil el domingo- tiene que preocuparse de encuadrar correctamente aquello que está grabando. Impresionante.
Todo esto, la emisión de la carrera, fue posible gracias a una organización que les da todas las facilidades, pero, sobre todo, a un equipo extraordinariamente profesional, del primero al último, que fue capaz de solventar todos los problemas que se presentaron buscando soluciones alternativas. Una forma de trabajar que sólo es posible cuando se mezclan profesionalidad y, sobre todo, pasión por lo que se hace. Pensad en ello a partir de ahora cuando disfrutéis de una carrera ante una pantalla.
Y es que una edición “full equip” de Zegama-Aizkorri tampoco es un regalo para una organización que, además de tener que tomar decisiones difíciles -la modificación del recorrido siempre lo es- vive el día con el corazón en un puño esperando que todo vaya bien, y reaccionando cuando algo sucede, como el accidente sufrido por dos espectadoras en las cercanías del Aizkorri que fue el dato que ensombreció el día y que mantuvo en vilo a la organización durante unas horas hasta que las afectadas un estuvieron a salvo y fuera de peligro.
Desde un punto de vista deportivo, la carrera, prueba inaugural de las Golden Trail World Series auspiciadas por Salomon, estaba claro de entrada que no iba a ser una edición de récord, con lo que la pequeña modificación del recorrido no iba a tener más importancia. No por ello fue una edición sin interés. Zegama, hasta ahora, siempre ha partido de un nivel de corredores muy alto – asistan las estrellas o no – y el público lo aprecia y lo disfruta igual. Esta vez, un Manuel Merillas (3h42:01) que gestionó de forma brillante la carrera se llevó, por fin, una primera posición en Zegama y se hizo un lugar en la leyenda vasca. Remarcar que, tras más de cuarenta kilómetros de una carrera muy dura, su seguidor Elhousine Elazzaoui entró sólo veintisiete segundos después.
En mujeres, venció una Daniela Oemus (4h31:54) que nadie, ni ella misma en su debut en la carrera, esperaba en primera posición en meta (cuando llegó preguntó en qué posición había quedado…), algo más de tres minutos por delante de una de las favoritas al inicio de la prueba, Caitlin Fielder. Cabe destacar, una vez más, la actuación de la veterana Oihana Kortazar que sigue manteniéndose en el Top10 de la carrera.
Y, como siempre, un final de fiesta en el que los primeros (esta vez el segundo y la primera…) junto a público y organización reciben con todos los honores al último corredor (si algún día corréis Zegama-Aizkorri y no vais a ganar un consejo: entrad en última posición y viviréis el momentazo de vuestra vida). Esta vez con la celebración añadida de la despedida de Pepe Povedano, escoba en la carrera durante trece años para el que esta fue su última edición, apartándose para dejar paso a las generaciones más jóvenes. Momentos Zegama.
Una edición de Zegama-Aizkorri, otra más, para el recuerdo, ni que sea porque hemos conseguido escribir esto sin usar “Zegama es Zegama”. Sólo toca esperar la próxima edición.
Galería fotográfica KV Galería fotográfica Zegama Aizkorri