Albert Herrero (Alcover, 1982) es el nombre del momento. Corredor con experiencia y una solvencia mucho más que demostrada en pruebas de larga distancia en montaña, su participación en la famosa Barkley con un papel excepcional a pesar del abandono, lo ha puesto en boca de todo el que siga la actualidad del trail. Más allá de la vertiente deportiva, comentada ya de sobra, charlamos con él sobre la filosofía y las interioridades de la famosa carrera.
“TODO LO QUE SE HACE AL 100×100 ES DURO”
¿Es tan dura como dicen la Barkley?
Si. Aunque hay que decir que el tema de la dureza hay que matizarlo. Todo lo que haces al cien por cien es duro. Yo era corredor de 800 metros, y era durísimo. Todo lo que se hace a tope es duro y aunque todo sea más lento cuando los números son grandes, es también duro. A partir de aquí, la Barkley es una carrera en la que la relación entre distancia y desnivel es extraordinariamente elevada; son unos doscientos kilómetros para más de veinte mil metros de desnivel, todo eso campo a través. Si lo valoramos desde este punto de vista, es muy dura.
Tu estás familiarizado con el campo a través…
¡Si! Cómo se mueve uno campo a través es un factor diferencial importante en carreras como la Barkley. Es una ventaja para los que somos especialistas en orientación o rogaining frente a los que vienen del trail puro. Saber ir rápido sin camino, saltando troncos, esquivando árboles… es importante. A parte, naturalmente, de lo todo lo que hace referencia a la capacidad de navegar con un mapa y una brújula.
La meteorología es también un factor a tener especialmente en cuenta en la Barkley…
Si, es muy difícil tener tres días seguidos de buen tiempo en esa zona en esa época. Este año fue especialmente bueno en este aspecto, dado que no llovió, a pesar de que hizo mucho frío las dos primeras noches. Los años de lluvia el terreno está más enfangado y eso, obviamente, genera muchos problemas. El año pasado hizo muy mal tiempo la primera noche, con lluvia, aguanieve, etc. Es muy importante también el factor niebla, muy frecuente, que dificulta mucho las cosas cuando tienes que navegar con un mapa: es mucho más complicado sin referencias visuales. En cualquier caso, tampoco creo que sea el factor principal del hecho que este año haya habido tres finishers (aunque no es la primera vez). Naturalmente ha influido, pero creo que este año, además, había un nivel especialmente alto, nunca antes, creo , había habido tres corredores que previamente ya hubieran acabado alguna vez la carrera, y por otro lado, había también otra gente que, sin haber acabado, tenían experiencia previa en la prueba. Sin olvidarse de Jasmine Paris, que muy probablemente acabará siendo la primera mujer en acabar una Barkley.
¿Crees que el aumento de popularidad de la carrera puede hacerle perder su espíritu?
Pienso que intentan cuidarlo bastante. No he estado en la Barkley de hace quince años, pero se insiste mucho en el tema de mantener el secreto de la fecha y el recorrido, de mantener el misterio y la dificultad para acceder a participar. A nivel de una posible masificación está muy controlado, siguen siendo sólo cuarenta corredores, como ha sido siempre y, además, ahora cada corredor puede ir sólo con una persona – de hecho no se si ha sido siempre así -, si a esto le añades unas diez persona de organización y otros tantos medios de comunicación, todo queda muy contenido, teniendo en cuenta además que todo esto se hace en un campamento que no da para más: hay unas veinte plaza para acampar en las que nos ponen a dos grupos por plaza. Creo que trabajan mucho para mantener ese espíritu, insisto, sin saber cómo era una Barkley hace quince años. Creo que la idea base, hacer algo al límite de lo posible, sigue ahí, y los números lo confirman: este año han acabado tres, pero hacía seis años que no acababa nadie y, al fin y al cabo, tampoco se trata de hacer algo que no acabe nadie nunca. Yo soy un apasionado de la Barkley desde hace mucho tiempo, he visto y leído todo, y cuando he estado allí, no me ha defraudado en absoluto y he percibido esta visión del evento.
Para acceder a la Barkley tienes que explicar en un texto porqué crees que tú deberías ir, ¿No?
Es el punto clave, una vez has enviado la carta, necesitas que te acepten. Hay más de mil solicitudes para cuarenta dorsales. La carta tiene una parte de currículum, pero hay que acertar la tecla a tocar. De las cuarenta plazas hay una parte enfocada a gente con capacidad potencial de acabar y el resto se valora en base a la motivación o a la originalidad del planteamiento. En mi caso dividí en texto en tres ideas, haciendo valer mi carácter un poco “friqui” acorde con la carrera. Tengo aficiones muy dispersas que van desde las matemáticas, a las carreras por montaña y bailar salsa, y eso lo puse en valor. Por otro lado, una segunda parte vendiendo un poco mi palmarés y mi experiencia, tanto en carreras por montaña como en rogaines, un poco en modo “yanqui”, es decir, como muy “echao p’adelante” que es lo que les gusta a ellos, nada de falsas modestias. Y finalmente, una tercera parte ofreciendo un juego matemático entre las letras de mi nombre las de “Barkley” y el año. Un poco buscando una cierta originalidad e intentando no repetir las otras veces que he optado a un dorsal.
En el excelente documental de Alexis Berg “Les finisheurs” se hace la observación de que una cantidad significativa de finishers en la carrera son técnicos o científicos…
Yo soy ingeniero de caminos y físico… No he visto el documental, pero si que es verdad que hay un perfil común mayoritario entre los finishers de la Barkley. Tal vez estar más próximo a la ciencia te facilita tener una cierta metodología, o te puede ayudar a solventar problemas de una cierta manera. Pienso que este tipo de carreras, como cualquiera de larga distancia, son más una cuestión de gestión mental y eso, tal vez, se gestiona mejor con una mente pragmática, con una visión poco pasional de la situación, del tipo “Tengo un problema, por tanto, tengo que resolverlo” sin comerse mucho la cabeza. Eso sin olvidar el tema físico. No se realmente si eso es una característica común entre gente vinculada a la ciencia… Creo que cualquier perfil puede actuar de esa forma, aunque si es verdad que los datos son los que son.
¿Con quién fuiste a la Barkley?
Yo fui con Anna, mi pareja. Es importante en una prueba como la Barkley disponer de una asistencia fiable, tal vez no imprescindible, pero eso puede marcar una diferencia de tiempo y energía: no tener que prepararse todo cada vez que se llega al campamento contra encontrárselo todo resuelto. Es una carrera en periodos de doce horas sin absolutamente ninguna asistencia. El tiempo entre vueltas es importante. Y en una carrera en la que todo está ajustado para que esté al límite de lo realizable eso es importante. Al ganador este año le han sobrado seis minutos, que son la suma de, por ejemplo, tener que caminar un minuto y pico en cada vuelta para ir y volver a la furgoneta desde el punto de partida o que te hayan preparado el avituallamiento junto a ese punto de partida. Ese pequeño detalle ya puede marcar una diferencia. Y si la idea es acabar, hay que considerar esos detalles, y contar con alguien que también lo va a dar todo es importante.
“Frozen Head”, “Brushy mountains” son nombres sugerentes ¿Crees que si la Barkley fuera la “López” y se hiciera aquí al lado tendría tanto interés?
Realmente es muy surrealista cómo se ha generado este movimiento casi de culto alrededor de la Barkley. Si lo miras fríamente, estás en una especie de merendero con cuatro tipos que han escondido unos libros por el bosque y el día antes se sacan un mapa de la manga. Es curioso de qué forma esto ha generado una carrera que, si tuviéramos que hacer una lista de las cinco carreras más conocidas o influyentes de la actualidad, estaría probablemente ahí. Esto es sobre todo consecuencia del trabajo de la organización, canalizado a través de la figura de Gary Cantrell “Lazarus Lake”. Han sabido generar unas normas, un ambiente, una comunidad que ha aportado esta especie de misticismo a la movida. Los últimos años han aparecido iniciativas parecidas, pero pienso que es muy complicado llegar a donde ha llegado la Barkley. Obviamente la mística de los nombres americanos tiene un papel importante.
¿Cómo es Gary Cantrell?
Es interesante, porque es alguien al que siempre se asocia con un perfil cruel, casi sádico. En base a mi experiencia, tengo que decir que no tengo en absoluto esta percepción. Las dos veces que he estado ahí y he tenido que abandonar, me ha parecido una persona muy empática, muy comprensiva. Él está ahí al pie del cañón las sesenta horas esperando por si llega alguien. Me parece un tipo muy interesante, que cuando habla dice cosas interesantes , una percepción que sólo tengo con Kilian y con él: cuando leo una entrevista con ellos, siempre descubro algún punto de vista o algún comentario que valen la pena. A mi me parece una persona próxima, pero está claro que es todo un personaje. Hay otra cosa y es que habitualmente se dice que cuando acaba alguien Gary Cantrell lo vive como una derrota, como si no hubiera puesto una prueba suficientemente dura, y eso no es en absoluto así. Una cosa es que, dada la filosofía de la carrera, si empieza a acabar demasiada gente, haya que replantear las cosas, pero cuando alguien acaba él se alegra mucho, y eso él mismo lo ha dicho muchas veces y los que han acabado lo pueden corroborar. Es feliz de que alguien haya dado lo mejor de sí mismo para resolver el problema planteado.
En una carrera en la que la mayoría de participante no acaban ¿Qué se encuentra un finisher en meta? ¿Sólo a la organización?
¡No! La gente habitualmente se queda hasta el final de la carrera, al fin y al cabo la idea es vivir todo lo que la Barkley representa, y esas últimas dos horas en las que se está esperando que lleguen los potenciales finishers está todo el mundo ahí expectante. Eso sí, a la mañana siguiente allí no queda nadie. Yo abrí la pueta de la furgoneta a las ocho de la mañana y estábamos, literalmente, solos.
¿Hay espectadores o curiosos? ¿Hay algún punto del recorrido donde puedan ver a los corredores?
La verdad es que no. Sólo en la “torre” que es uno de los puntos de agua es donde es factible acceder al recorrido. A parte de esto creo que, en toda la carrera, más allá de un encuentro fortuito con unos que estaban arreglando un camino, no vi a nadie más.
¿Habrá una tercera vez?
Este año me quedé muy cerca. Iba con muy buenas sensaciones y estaba convencido de que podría acabar. Todo iba bien hasta que empecé a tener problemas respiratorios debido a la temperatura del agua que bebía, que en el campamento estaba literalmente helada. Me he quedado con una sensación que justificaría un tercer intento, pero también es verdad que es un proyecto muy exigente y que implica mucho compromiso para prepararlo, y yo tengo un trabajo muy exigente y una familia a la que quiero dedicar tiempo. Si vuelvo es para intentar acabar y, si voy a intentarlo, necesito cuatro o cinco meses de una preparación muy específica. Y eso acaba siendo más duro que la propia carrera.